viernes, 25 de marzo de 2016

Los nuevos paradigmas mundiales III: Un Nuevo Ser Humano


Los cambios acentuados desde la década de 1970 han venido a confluir en la generación de un nuevo ser humano, este ser humano, presenta características que van desde la practicidad hasta la trascendentalidad, y desde el individualismo y la búsqueda de la libertad hasta la creación de una nueva sociedad ética y la vivencia de una responsabilidad consiente.

En esta última entrega sobre los nuevos paradigmas mundiales, abordaremos el tema de este nuevo ser humano.

Erich Fromm, en su libro Tener o Ser, presenta doce características de este nuevo ser humano, las cuales incluye, en mayor o menor medida:

1. Disposición a renunciar a todas las formas de tener, para poder ser plenamente.
2. Tener un sentimiento de identidad y confianza basado en la fe de lo que uno es, en la necesidad de relacionarse, interesarse, amar, solidarizarse con el mundo, en vez de basarse en el deseo de tener, poseer, dominar el mundo.
3. Estar plenamente presente donde uno se encuentra.
4. Sentir la alegría que causa dar y compartir y no acumular y explotar.
5. Amar y respetar la vida en todas sus manifestaciones.
6. Vivir sin adorar ídolos y engaños.
7. Percibir la unión con la vida tratando de comprender y cooperar con la naturaleza.
8. Hacer del pleno desarrollo de uno mismo y del prójimo la meta suprema de vivir.
9. Saber que para alcanzar esta meta, es necesaria la disciplina y respetar la realidad.
10. Saber que el mal y la destrucción son consecuencias de no desarrollarse.
11. Saber que solo muy pocos han alcanzado la perfección de todas estas cualidades.
12. Ser feliz en el proceso de vivir cada día más, sin importar el avance que el destino nos permita alcanzar, por que vivir tan plenamente como se puede resultar tan satisfactorio que es difícil preocuparse por lo que uno logra o no.

En este mismo sentido, Carl Rogers en su obra El Camino del Ser, señala doce características en lo que él denomina la persona del mañana:

1. Sinceridad. Con uno mismo y con el mundo, abiertos a la experiencia, a nuevas formas de ver, nuevos modos de ser y nuevos conceptos.
2. Deseo de autenticidad. Valoran la comunicación como medio de expresar cómo son las cosas y rechazan la hipocresía, el engaño.
3. Escepticismo hacia la ciencia y la tecnología. Desconfianza hacia los avances que tienen tintes de sometimiento y enajenación, pero entusiastas de aquellos que tienden a enriquecer la propia conciencia y el desarrollo personal.
4. Aspiración a la totalidad. No les gusta vivir en un mundo de compartimentos: cuerpo y mente, salud y enfermedad, intelecto y sentimiento, ciencia y sentido común, individual y colectivo, cuerdo y loco, trabajo y diversión. Aspiran a alcanzar una vida plena, con pensamientos, sentimientos y energía integrados en la experiencia.
5. Deseo de intimidad. Buscan nuevas formas de acercamiento, de intimidad, de compartir fines, así como nuevas formas de comunicación, verbal y no verbal, sentimental e intelectual.
6. Personas-proceso. Son claramente conscientes de que lo único cierto en la vida es el cambio, de que forman parte de un proceso, aceptando gustosos esa forma de ser.
7. Cariño. Son personas cariñosas, dispuestas a ayudar a los demás si la necesidad es real. Su cariño es tierno y sutil, ni moralista ni propenso al juicio. Los que prestan ayuda profesionalmente les parecen sospechosos.
8. Ecología. Sienten afinidad y cariño por los elementos de la naturaleza.
9. Antiinstitucionales. Sienten antipatía por las instituciones altamente estructuradas, inflexibles y burocráticas. Creen que las instituciones deberían estar al servicio de la gente y no al revés
10. Autoridad interna. Creen en su propia experiencia y desconfían generalmente de la autoridad externa. Elaboran sus propios juicios morales, llegando a desobedecer abiertamente las leyes que les parecen injustas.
11. Las cosas materiales carecen de importancia. A estas personas les son básicamente indiferentes las comodidades y premios materiales. Pueden vivir en la abundancia pero también pueden prescindir de ella.
12. Anhelo de lo espiritual. Intentan hallarle un significado y sentido a la vida, más allá de su propia piel, indagando en todos los cutos y tradiciones por medio de los cuales la humanidad ha hallado valores y fuerza que van más allá del individuo, experimentando la unidad y armonía del universo.

Independientemente de los diferentes puntos de vista personales que sobre el tema de este nuevo ser humano pueden haber, es indiscutible que la segunda mitad del siglo XX fue testigo de cambios radicales en la manera de pensar de las personas, solo comparables con los dados en el renacimiento y la ilustración. Estos cambios finalmente se reflejan en un sentido de mayor libertad y un deseo de trascender a través de la propia autorrealización.

Este nuevo paradigma, según Marilyn Ferguson en su libro La Conspiración de
Acuario, concibe a la humanidad enraizada en la naturaleza. Promueve la autonomía individual en el seno de una sociedad descentralizada. Considera a cada hombre como administrador de todos los recursos con que cuenta, tanto internos como externos, no lo ve como víctima o peón, ni lo considera limitado por condiciones o condicionamientos, sino que lo ve como heredero de las riquezas de la evolución, capaces de imaginación, de inventiva, y sujetos de experiencias que apenas se han llegado a entrever todavía. El nuevo paradigma considera que la naturaleza humana no es ni buena ni mala, sino que está abierta a un proceso continuo de transformación y trascendencia, lo único que necesita es descubrirse a sí misma. Esta nueva perspectiva respeta la ecología de cada cosa: nacimiento, muerte, aprendizaje, salud, familia, trabajo, ciencia, espiritualidad, arte, comunidad, relaciones y política.

Los nuevos paradigmas mundiales tienen que ver con el concepto de globalización, era de la información y el nuevo ser humano. En la medida que estos tres conceptos tengan un desarrollo armónico coadyuvaran a la evolución y mejoramiento de la sociedad y sus integrantes. Queda en nosotros como participantes de estos paradigmas, velar y trabajar por que así sea.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

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jueves, 17 de marzo de 2016

Los nuevos paradigmas mundiales II: La Era de la Información


Cinco meses tardaron los reyes católicos en enterarse del descubrimiento de
América en 1492, dos semana tardó en llegar a Europa la noticia del asesinato de
Lincoln en 1865, 1.3 segundo tardó en llegar a la tierra las imágenes de la llegada
del hombre a la luna en 1969, hoy en día el envío de información vía correos o
redes sociales tarda milisegundos. Bienvenidos a la era de la información.
Tercera ola es el término acuñado por Alvin Tofller para referirse a la serie de
cambios que pueden circunscribirse a la llamada Era de la lnformación. La
“primera ola’ que revolucionó al mundo fue la agricultura y sus consecuencias en
las hasta entonces civilizaciones sedentarias, la “segunda ola’ fue la revolución
industrial que vino a cambiar las maneras de producir con repercusiones en todos
los ámbitos, la “tercera ola’ es la de la sociedad de la información que se inserta
en el contexto actual de la globalización.

Como mencionan Alvin Toffler en The Third Wave y Alvin Toffler & Heidi Toffler en
Creating a New Civilization: The Politics of the Third Wave, éstos cambios relativos a la Era de la lnformación pueden englobarse en los siguientes: (1) cambios en los requerimientos de la mano de obra, (2) transformación de las formas de hacerlas cosas en los trabajos, (3) disminución de las unidades de trabajo, (4) incremento en la complejidad de la economía, (5) innovación constante, (6) globalización de las economías nacionales, (7) dominio del capitalismo de la economía global, (8)
incremento de los cambios no lineales, (9) re-emergencia de la importancia de la familia y los valores, (10) reestructuración de los medios de comunicación y la política.

Muy ligado a esto se manifiesta un cambio acelerado en la composición de los ingredientes del comercio mundial. Benito Bucay señala en “Algunas reflexiones sobre educación, capacitación, productividad y empleo" del libro Educación, Productividad y Empleo que las tendencias de este siglo apuntan a una reducción adicional -aunque ya menor- del componente trabajo, y una muy significativa del componente capital, para dar lugar a una preeminencia del factor conocimiento, lo cual lleva a concluir que las nuevas fuerzas de competencia ya no se encuentran en el capital sino en el conocimiento: su adquisición, aplicación, creación y desarrollo.

En el pasado, el cambio social era promovido/controlado principalmente a través de la fuerza (es decir, ejercito) o el mercado (es decir, dinero), en la era de la información el conocimiento es la llave para impulsar y dirigir el desarrollo. De esta perspectiva, educación y acceso a información vienen siendo las variables claves a impulsar para llegar a ser generadores y partícipes de los cambios que se gestan. Para ello las tareas a desarrollar pueden agruparse en tres grandes rubros: educación, capacitación, y los medios y la infraestructura. Retomando a Bucay, respecto de la educación se trata de dotar a los estudiantes de los conocimientos científicos y sociales que son el sustento, y de la capacidad de indagar, estudiar y razonar por su cuenta. En cuanto a la capacitación incluye el cambiar la perspectiva de las tareas y concluir que capacitar es una absoluta necesidad para la empresa, los trabajadores y la sociedad. Por último, respecto de los medios y la infraestructura, se requiere que la participación en los procesos incluya sector público, sector privado y sector educativo, adecuando los marcos normativos para eficientar el proceso.

Las perspectivas de los cambios en esta era de la información tienden a: (1) darle cada vez más importancia a una tecnología que cambia cada vez más rápido como fuente de acceso y manejo de información, (2) innovar cada vez más en cuestiones relativas a la producción y la manera de hacer las cosas como consecuencia de la incorporación de nuevas tecnologías, (3) incrementar la participación en los sectores que tienen que ver con la distribución de productos y el manejo de la información, (4) incrementar las delegaciones de autoridad y responsabilidad para privilegiar las decisiones rápidas y operativamente eficientes, (5) orientar la educación hacia la enseñanza personalizada que considere las necesidades y requerimientos de cada individuo en vez de planes de estudio comunes, (6) pasar de una economía nacional a una economía regional y finalmente a una economía global, (7) cambiar las jomadas y condiciones laborales con una tendencia hacia la flexibilización, y (8) incrementar los programas emprendedores individuales y Ia promoción del auto-empleo.

Como menciona Julio Fermoso en “Las nuevas demandas en la formación" en la obra Educar ¿para qué?, las características de esta era de la información rompen de lleno con los paradigmas que hasta ahora se han venido manejando en cuanto a las maneras y objetivos de hacer las cosas como se muestra en la relación que viene más delante, después de todo los saberes son efímeros, las capacidades se cambian en corto plazo por otras, y la consecución de un empleo ya no está fincada en la posesión de un título o de una certificación académica, sino más bien en una efectiva adquisición de actitudes, aptitudes y conocimientos. Respecto de esas maneras y objetivos de hacer las cosas Juan Prawda nos muestra en “Educación, productividad y empleo: retos para el sistema educativo” del libro Educación, Productividad y Empleo, las diferencias principales entre el paradigma tradicional y el nuevo paradigma de la Era de la Información.

Los dos paradigmas

Paradigma tradicional:
• Economía basada en productos
• Control centralizado
• Rigidez
• Control de calidad del producto
• Fragmentación de tareas y responsabilidades
• Trabajadores especializados
• Confrontación
• Fuerza laboral como un gasto
• Promoción por antigüedad
• Capacitación por excepción
• Exigencia de calificación mínima

Paradigma del futuro:
• Economías basadas en información
• Descentralización
• Flexibilidad
• Control en toda la línea de productos
• Equipos de trabajo
• Trabajadores entrenables con múltiples competencias
• Cooperación
• Fuerza laboral como una inversión
• Promoción por competencia verificada
• Capacitación como regla
• Exigencia de competencias básicas

Pero globalización y era de la información no se entenderían sin su principal referente que es el ser humano, el cual también ha generado nuevas características las cuales las abordaremos en la tercera y última parte de esta serie de artículos referidos a los nuevos paradigmas mundiales.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
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jueves, 10 de marzo de 2016

Los nuevos paradigmas mundiales I: La Globalización


Los cambios generados desde mediados del siglo XX han desembocado en nuevos marcos conceptuales a través de los cuales el mundo se rige. La globalización, la era de la información y las nuevas formas de ser e interactuar de las personas son los paradigmas principales que actualmente señalan los parámetros y directrices a seguir en un mundo cada vez más interrelacionado.

Estos cambios, al mismo tiempo, han generado nuevos retos para las profesiones existentes y para los procesos formativos de las mismas. En la medida que los sistemas, las instituciones, las profesiones y las personas sean capaces de incorporar en su quehacer estos nuevos paradigmas, su inserción en la era de la información de este mundo global tendrá mayores posibilidades de éxito.

En esta primera entrega de tres acerca de los nuevos paradigmas mundiales abordaremos el tema de la globalización.

Tal como lo señala el Fondo Monetario Internacional, la globalización es un término que busca señalar al fenómeno resultado de la innovación humana y el progreso tecnológico, y se refiere a la creciente integración de las economías de todo el mundo, especialmente a través del comercio y los flujos financieros. En algunos casos este término hace alusión al desplazamiento de personas (mano de obra) y la transferencia de conocimientos (tecnología) a través de las fronteras internacionales; también puede definirse, como lo hace Femando Soler, como un fenómeno esencialmente económico que podría concretarse, en una primera aproximación, como el proceso de integración económica internacional que tiene como rasgos característicos la liberalización de los mercados, fundamentalmente aunque no exclusivamente.

Para la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico, este fenómeno, tiene como objetivos: primero, promover la especialización de las personas y las empresas explotando de esta forma las ventajas comparativas de las naciones; segundo, generar un crecimiento de las economías al incrementar las oportunidades de comercio; tercero, generar flujos de inversión para repercutir favorablemente en las economías; cuarto, facilitar el desarrollo recíproco entre las naciones; y quinto, contribuir a proteger el medio ambiente al premiar el uso eficiente de los recursos.

Partiendo de la premisa sobre la que se basa la globalización, de que las condiciones de vida mejoran como consecuencia de la acumulación de capital físico (inversiones) y capital humano (mano de obra) y de los avances en la  tecnología (lo que en economía se denomina ‘productividad total de los factores de producción"), pueden identificarse elementos que tengan la característica de facilitar o entorpecer estos avances. La experiencia acumulada por los países que han registrado un crecimiento del producto más acelerado revela la importancia de  crear condiciones conducentes al aumento del ingreso per cápita a largo plazo, las cuales, si bien pueden resumirse en estabilidad económica, desarrollo institucional, reforma estructural y transferencias financieras, incluyen aspectos como: la estabilidad macroeconómica para crear condiciones que favorezcan la inversión y el ahorro, las políticas de apertura al exterior que fomenten la eficiencia a través de la expansión del comercio y la inversión, las reformas estructurales que estimulen la competencia dentro de cada país, las instituciones sólidas y una administración eficaz que propenda al buen gobierno, la educación, capacitación e investigación y desarrollo para estimular la productividad, y una gestión de la deuda externa que garantice la disponibilidad de recursos suficientes para el desarrollo sostenible.

Como hemos comenzado a ver en esta primera entrega, los tiempos han cambiado y siguen cambiando, existen nuevas exigencias y nuevos paradigmas que están surgiendo y que hacen imperiosa una reorientación de la formación de los nuevos profesionistas.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
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jueves, 3 de marzo de 2016

Retos y oportunidades de la educación


A partir de la década de 1980, los gobiernos, los grupos directivos, y los intelectuales junto a organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO por sus siglas en ingles), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD, por sus siglas en ingles), el Banco Mundial y El Banco Interamericano de Desarrollo- han empezado a identificar a la educación como el principal instrumento para el desarrollo de los países, el crecimiento de las economías, el aumento de la productividad y para superar o, al menos estrechar, el abismo interno de la pobreza y el externo del conocimiento y tecnología que separa a los países desarrollados de aquellos en vías de desarrollo.

Históricamente, la temática curricular surge como parte de un proceso internacional más amplio en el que se generalizan varios aportes de la teoría educativa que se venía construyendo en Estados Unidos en el marco de la industrialización monopólica que se da en aquella nación en el siglo XX. Esto provocó que surgiera un pensamiento educativo amplio desarrollado de cara a las demandas sociales y educativas que la industrialización fue estableciendo, como parte de las aspiraciones de una sociedad democrática y para el progreso.

Desde entonces, diversos investigadores se dieron a la tarea de incorporar diversos elementos al debate curricular, sobresale, como un primer acercamiento al enfoque de competencias, Franklin Bobbit con su propuesta de indagar las actividades que desempeña un egresado para establecerlas como referencia en un diseño curricular.

Para una mejor comprensión no hay que perder de vista que en el campo curricular -en los sesenta en Estados Unidos y en los setenta en México- se concentraba en sus aspectos técnicos, como una expresión de un pragmatismo que paulatinamente se reducía a una visión sólo tecnocrática y circunscribía la recesión a un problema de clasificación de comportamientos, traducidos posteriormente a objetivos conductuales.

A diferencia de ello, la reforma educativa de la década de 1990 se encuentra matizada por los efectos de la globalización mundial -como interrelación económica, cultural y política-, así como por las exigencias que la llamada tercera revolución industrial -la producida por la inteligencia artificial, la microelectrónica y
superconductividad, las tecnologías de la información- que en última instancia modifican los procesos productivos y por ende los procesos educativos. Al mismo
tiempo, los sistemas educativos están siendo presionados para que resuelvan los problemas a los que se ven enfrentados, los cuales nacen referencia al incremento
de la ineficiencia externa o baja pertinencia de los sistemas educativos; la ineficiencia interna, tanto en lo que respecta a los flujos educativos, como al uso de recursos limitados de todos tipos; la baja calidad de la educación; la inequidad de los procesos, y limitada capacidad de gestión institucional.

En Latinoamérica el reto es mayor ya que a lo anterior hay que sumar la cobertura insuficiente, las altas tasas de deserción, los resultados insatisfactorios del
aprendizaje, las limitaciones de recursos humanos y materiales, la débil articulación entre los niveles del sistema y de este con el entorno (particularmente el mercado de trabajo), así como una escasa producción de conocimientos para mejorar los procesos de enseñanza y aprendizaje, de hecho, más allá del uso ocasional de computadoras en el aula los métodos de enseñanza y los currícula permanecen prácticamente intocados.

Para tener una idea del potencial de desarrollo e impacto que tiene la educación, hay que considerar que, entre las variables que explican el desarrollo de un país está la escolaridad de los adultos (entendida esta en un sentido amplio más allá de los años de asistencia a la escuela); de hecho, la variable educativa llega a explicar hasta un 20% de la varianza de las variables relacionadas con el desarrollo económico.

Juan Prawda, en su trabajo “Educación, productividad y empleo: retos para el sistema educativo", llega a las siguientes conclusiones:
·         La educación genera externalidades de desarrollo social que se acentúan a medida que el contexto es socialmente más desarrollado. De hecho los países más desarrollados tienen una base educativa más desarrollada y equitativa, lo cual significa un menor analfabetismo adulto, un mayor acceso de las mujeres al sistema educativo y una mayor cobertura del grupo correspondiente en la educación superior.
·         Existe una interdependencia sistémica entre desarrollo económico y social. Lo cual implica abordar de una manera prospectiva, frontal, sistémica y creativa los problemas de baja eficiencia externa, baja eficiencia interna, baja calidad, inequidad y limitada capacidad institucional.
·         Los cambios del mundo actual obligan a una constante reflexión y redefinición de los paradigmas educativos en torno al individuo como un ente humano, social y productivo. Respecto al aspecto humano se busca que los sistemas educativos induzcan y/o refuercen las habilidades de comunicación verbal y escrita, escuchar, pensar creativa y constructivamente, decidir, resolver problemas, gestionar y aprender a aprender. Respecto del aspecto social lo que se busca fomentar es la autoestima, el respeto a terceros (personas y naturaleza), integridad, honestidad, responsabilidad y aprecio por la identidad histórica y cultural. Por último, en cuanto al aspecto productivo, se busca que la educación genere personas capaces de identificar situaciones (aprender a diagnosticar), organizar, planificar, asignar racionalmente los recursos, trabajar con otros, allegarse y utilizar creativamente la información, interpretar interrelaciones sistémicas y aprender nuevas tecnologías.
·         Las reformas educativas deben ser abordadas de forma sistémica, en primer lugar optando por profundidad curricular en vez de extensión curricular, en segundo lugar buscando imbuir las competencias que se han definido tanto a nivel humano como a nivel social y productivo con base en procesos de aprendizaje participativos e inquisitivos entre los alumnos, en tercer lugar incrementando el contacto efectivo del maestro con el alumno en el aula, y por último, bifurcando las opciones para el estudiante después de diez grados de educación básica.

Los sistemas educativos son cruciales de cara a la era de la información, ya tienen el potencial de relacionar directamente conocimiento con la productividad. De la
misma forma, la educación ya no puede circunscribirse a la técnica o los conocimientos, sino que debe tener en cuenta una visión  holística de los procesos formativos, donde los objetivos son tanto conocimientos y comportamientos, como actitudes y voluntades, todo ello con la finalidad de contribuir eficientemente a la formación de profesionistas-personas completas.

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
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