El papel de la universidad se ha visto
enfrentado con una nueva realidad social, política, económica y educativa que
ha obligado a replantear su tradicional papel como formadora de recurso humano
a co-partícipe de la creación de riqueza en todas sus acepciones, en la medida
que ésta tenga claro el nuevo papel que le ha tocado jugar es como, sin perder
su esencia, contribuirá a crear una mejor sociedad.
Después de la vorágine de los 80´s y los
90´s, muchos conceptos y concepciones de los actores de la vida cotidiana
sufrieron grandes adecuaciones, en el caso de la universidad comenzó a
manejarse como referente un modelo llamado de la
Triple Hélice, como una manera de sacarla de
su aislamiento y hacerla actor activo de los cambios sociales, políticos pero
sobre todo económicos y productivos.
Contrariamente a lo que muchos creen, el
modelo de la Triple Hélice no es reciente, en 1966 fue propuesto por Etzkowitz
y Leydesdorff como descripción y funcionamiento ideal de un sistema en
crecimiento. Este modelo fue aplicado a la relación
Universidad-Empresa-Gobierno donde estos tres componentes son inestables, pues
tienen intercambios dinámicos, y se van desarrollando en espiral.
En este orden de ideas, y aquí viene la parte
medular del modelo señalado, el papel del gobierno sería crear el marco
regulatorio así como las inversiones públicas necesarias que permitieran el
desarrollo y crecimiento, de la misma forma, las empresas aportarían el capital
privado necesario para sociabilizar la creación de oportunidades vía empleo y
producción, por último, a la universidad le correspondía formar recursos humano
capaz y competente, con las habilidades, conocimientos, actitudes y valores
necesarios para responder a este entorno dinámico, de la misma forma
coadyuvaría (pues es una de sus fortalezas) con la generación (investigación) y
aplicación (desarrollo) del conocimiento.
Para
fomentar el anterior modelo se propusieron esquemas de co-participación en proyectos
conjuntos donde cada actor aportara lo que era su naturaleza y su fortaleza
generando entre los tres una sinergia dinámica de crecimiento y desarrollo.
El
problema (pues siempre hay un problema) es cuando alguno de los actores pierde
la esencia de su propia naturaleza y pretende entrar en la esfera de acción de
otro actor, ejemplo el caso de las universidades que creyendo ser gobierno o empresa
(sin serlo) optaron por comenzar con inversiones públicas o privadas con la
finalidad de darle velocidad a los proyectos, el resultado generalmente no fue
el esperado.
La
razón de lo anterior es sencilla: cada ente participante en la Triple Hélice
debe dedicarse a lo que mejor sabe hacer, a lo que tiene incluso por obligación
legal, normativa e incluso social el efectuar. Salvo la universidad privada que
por la confluencia de capitales privados tiene un cariz entre
negocio-universidad, la universidad pública no está para grandes inversiones
públicas (sobre todo si éstas ni siquiera tienen que ver con su objeto como
universidad) ni mucho menos para inversiones privadas donde busque darle un
cariz lucrativo a su perfil.
La
idea de la Triple Hélice no solo era dinamizar la relación entre los actores sociales
y productivos sino también servir de filtro o control entre los tres, luego entonces
un proyecto debía convencer a las tres partes (gobierno: carácter social, empresa:
carácter productivo, universidad: carácter formativo y de investigación) para
poder ser desarrollado. Cuando una universidad excluye a los otros dos actores
no hay esos filtros de evaluación de la pertinencia de los proyectos con los que
los mismos corren el riesgo de convertirse en inversiones improductivas, innecesarias
e irresponsables (elefantes blancos, pues).
La
universidad ya no está para un carácter pasivo de solo enseñar, sino que su nuevo
papel es eminentemente activo en cuanto a la formación de recurso humano y la
generación y aplicación innovadora del conocimiento, pero en esta dinámica debe
también aprender a cooperar con los demás actores de la comunidad dejando para
cada quien las acciones y responsabilidades propias de la naturaleza, marco
regulatorio y función productiva/social que le corresponda.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
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