viernes, 5 de mayo de 2017

La prueba de fuego de los programas de estudio y sus contenidos



Una de las responsabilidades más emblemáticas de las universidades es precisamente la formación de los futuros profesionistas, esta formación para  responder a las expectativas formativas de los conocimientos, las habilidades, las actitudes y los valores requeridos debe sustentarse en contenidos coherentes, pertinentes y relevantes.

Recuerdo en una ocasión como responsable de una materia de licenciatura, que uno de los principales problemas de la misma era la sobresaturación de contenidos. Los maestros, tradicionalmente enfocados a transmitir conocimientos, habían rellenado, como se dice coloquialmente, “con calzador” la materia con tal cantidad de información ya que el supuesto básico era que si el alumno lo veía en clase era más que lógico que lo asimilara, lo cual sabemos no es así. En un primer intento por reestructurar los contenidos de la materia, los maestros iban defendiendo uno a unos los puntos hasta que prácticamente quedaba de nuevo saturada de información.

Entonces ideé un ejercicio. Les dije que imagináramos que teníamos todo el dinero del mundo para construir un vehículo. Les pedí me dijeran qué le pondríamos, las ideas fueron desde asientos de piel, rines de lujo, quemacocos y todos los accesorios de lujo. Una vez terminadas las características del vehículo les dije que imagináramos que los recursos se nos habían reducido a la mitad, ¿qué cosa cambiaríamos? Quitamos los asientos de piel, los rines de lujo, quemacocos y demás para dejarlo funcional pero austero.

Me fui llevando el ejercicio hasta que llegamos a tener un 10% de los recursos financieros  originalmente asignados, al final nos quedó un vehículo que prácticamente solo tenía el chasis (ni siquiera la carrocería), motor, llantas, asiento (uno solo) y lo necesario para conducirlo. Al terminar nuestro reto les pregunté que como era posible que sin ser expertos en cuestiones automotrices hubiéramos podido llegar a un auto funcional con lo mínimo requerido pero que siendo expertos en la materia de curso que estábamos analizando no pudiéramos decidir entre lo esencial y lo que no? Ese ejercicio sirvió para romper esquemas y finalmente llegamos a una materia con contenidos que nos permitían evaluar los desempeños reales de los alumnos.

En otra ocasión en el diseño de una carrera todos los maestros involucrados defendían contenidos (conceptualizados como materias) de un sinfín de aspectos de la vida profesional. Todos con argumentos sobre la “tremenda” importancia que tenía el dar esa materia con sus contenidos programáticos. Dado que todos “teóricamente” proponían, argumentaban y defendían contenidos que hubieran hecho una carrera de ocho o diez años les propuse una apuesta (apuesta obvio que no aceptaron pero que sirvió para establecer otros parámetros de discusión): “si están tan convencidos de tal o cual materia, si creen que no solo es importante sino es que indispensable para la vida profesional, si realmente creen que ese conocimiento es útil y demandable, ¿por qué no ofertan un curso en la comunidad –tipo educación continua- para ver cuanta gente se inscribe en ellos?”

El docente en ocasiones, sobre todo si está desligado de la práctica profesional, puede tener una visión  no aplicable de los conocimientos, habilidades, actitudes y valores requeridos para desempeñar una profesión. La prueba de fuego es esa que acabo de mencionar: sacar ese conocimiento al mercado para ver cuántos están realmente dispuestos a pagar por él. Esto no es una visión mercantilista de la educación sino eminentemente relevante, coherente y pertinente, ya que ese “pago” mencionado no necesariamente tiene que ser dinero, sino incluso tiempo de la vida de quienes asistan a los cursos que se oferten.

Pensemos un momento en lo anterior: si un contenido programático no es demandado eso implica que no existe la necesidad real en la comunidad que la mueva a solicitarlo. Tan sencillo como eso. Es así como esa “prueba de fuego” es de utilidad al momento de evaluar tanto lo que se verá en cada materia de un proceso formativo profesional, como los temas que incluirá un programa de estudios.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/eb1oxVWjrBw


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