Sin
duda alguna que si las universidades existen, sobre todo las universidades
públicas, se debe a la existencia de una sociedad que en ellas ve la
posibilidad de mejorar y mejorarse moviéndose decididamente hacia mejores
estados de desarrollo, en este sentido es entendible la crítica que en
ocasiones esa sociedad hace a sus universidades cuando esa expectativa no se
cumple, pero de la misma forma podemos proponer las maneras en que en efecto
las universidades sirvan a la sociedad.
En
un foro académico en el que estuve presente, se comentaba el problema
académico-social donde las instituciones de educación superior habían avanzado
y bastante a lo que era la generación de conocimiento, es decir, hacia la
investigación (labor por cierto sustantiva de la universidad), pero habían
descuidado la parte relativa a la aplicación del conocimiento. Ese comentario
me sirvió de punto de partida para hacer mis observaciones y proponer esquemas
que permitan romper esa inercia que si bien es real no es irreversible.
Primero
hay que señalar que el problema derivó en que precisamente los programas de
estímulos creados en las universidades o en los sistemas de educación pasaron a
darle peso a la formación (Programas de Estímulos al Desempeño) o a la
investigación (Sistema Nacional de Investigadores) con lo que la parte relativa
a la aplicación del conocimiento quedó rezagada, esto a pesar de que una de las
funciones sustantivas de la universidades es la extensión de la ciencia y la
cultura, lo cual implica aplicación del conocimiento.
Esta
aplicación del conocimiento debe tener la característica de innovación para
poder resolver los problemas, de ahí que no se trata de una mera réplica social
del conocimiento ya que si esto no ha resuelto los problemas entonces es que se
requieren de nuevas formas de pensar y de hacer.
En
mi intervención comenté y propuse que hay dos formas para romper esa inercia y
hacer que la acción docente con la sociedad se finque tanto en la generación
como en la aplicación innovadora de conocimiento: una que parte de la
aplicación y llega a la generación, otra que parte de la generación y llega a
la aplicación, y otra que genera un flujo continuo entre ambas. Explico la
primera.
La
aplicación de conocimiento, sea este el que sea, lleva de una manera natural a
la generación de nuevo conocimiento a través del seguimiento. Es así como algo
que se implementa, si se le da seguimiento, pueden verse variables,
correlaciones o problemas que justifican preguntas que harán necesarios
procesos de investigación para responderlas.
Pero
generalmente qué es lo que pasa, pues que algún integrante de la universidad
tienen un proyecto con la sociedad (a
nivel persona, empresa, institución o comunidad), éste proyecto termina con la
aplicación del conocimiento, pero no hay un seguimiento que busque plantearse
nuevas formas de ser y hacer y que obliguen a la tarea del investigador.
Este
modelo donde el seguimiento da la base para la investigación que se deriva de
la aplicación del conocimiento es de hecho mucho más rico ya que parte de una
realidad y de una necesidad personal, empresarial, institucional o comunitaria.
Luego entonces cualquier proyecto de aplicación del conocimiento en la sociedad
puede muy bien llevar una fase de seguimiento cuyo fin, curiosamente, sea el
plantearse nuevas dudas, nuevas preguntas, nuevos retos que deriven en nuevas
investigaciones, es decir, en procesos de generación de conocimiento.
La
aplicación y generación de conocimiento, sobre todo de conocimiento innovador,
siendo una de las actividades de toda universidad, puede verse dinamizada
cuando a lo primero le sigue lo segundo, es decir, la aplicación genera un
seguimiento que justifica posteriormente una investigación, de esa forma el
equilibrio entre ambas facetas del campo del conocimiento se mantiene en
beneficio de la comunidad.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
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