La
dinámica de la sociedad ha llevado en muchas ocasiones a nuestras instituciones
de educación superior a replantearse las maneras en que se aborda sus
exigencias, sus demandas, sus necesidades. El enfoque de competencias es una de
esta respuesta, una respuesta que por cierto no ha estado exenta de crítica,
siendo una de esas críticas el carácter profesionalizante que muchos le
confieren y que pareciera estar peleado con el perfil investigador que en
ocasiones se requiere.
Las
universidades tienen tres funciones sustantivas: formación, investigación y
extensión de los beneficios de la ciencia y la cultura. En estas tres funciones
sustantivas se supone existen procesos para habilitar a la gente para hacerla
plena en cuanto a sus capacidades profesionales. En la actualidad el enfoque de
competencias ha comenzado a ser utilizado en casi todas las universidades en
mayor o menor medida, solo que en ocasiones esto es señalado como inaplicable
cuando se trata de desarrollar el carácter investigador en los futuros profesionistas.
En
una ocasión me tocó que un doctor reconocido en el área en que se desempeñaba,
se quejaba por lo que el señalaba era un demérito en los procesos formativos ya
que la aplicación del enfoque de competencias lo que hacía era tender más a la
profesionalización (el uso el término tecnificación) que a la investigación e
indicaba que en su caso veía como el proceso formativo que aplicaba perdería,
más que ganar, con la aplicación de este modelo.
Platiqué
un rato con él y le hice ver que los fundamentos iniciales del análisis no eran
como se estaban planteando y que al contario, él podría ganar y mucho como
investigador y formando investigadores con la aplicación de este modelo, pero
hube de reconocer que en muchos casos las características del enfoque han
confundido a quienes buscan aplicarlo llevándolos a creer que se trata ahora de
procesos tendientes a la formación de técnicos más que de profesionistas y ni
hablar de investigadores.
Resumo
en lo siguiente lo que le señalé a este doctor. El enfoque de competencias no
es profesionalizante, muchos menos tecnificante, sino que es un modelo cuyo
quid estriba en que se enfoca en desempeños medibles, observables y
verificables que evidencian la consecución de las competencias que se persigue
desarrollar (competencias vistas como la conjunción de conocimientos,
habilidades, actitudes y valores).
En
este sentido un desempeño medible puede ser técnico, profesional e incluso de
carácter de investigador. ¿O es que acaso un estudiante que se está formando en
una materia o una carrera eminentemente investigativa no debe demostrar que
sabe hacer bien lo que se espera de él? ¡Pues ese es el enfoque de
competencias! Un modelo donde se busca desarrollar ciertas competencias y que
para ello pueden diseñarse procesos formativos tan variados en sus alcances
como en sus naturalezas, que sean necesarios.
Si
alguien me dice que un buen investigador debe saber pensar, idear, abstraer,
estructurar, correlacionar, etc., etc., etc., mi pregunta sería entonces ¿cómo
sabrás cuando alguien ya haya desarrollado esa capacidad? La respuesta a ese
“cómo” será la base del enfoque de competencia a aplicar para obtener el
resultado formativo buscado, sea éste del nivel que sea, incluso de
investigador.
El
enfoque de competencia, como respuesta al “cómo” formativo de los
profesionistas, no es algo perfecto, pero sí perfectible. De la misma forma y
en este sentido, hay que tener claridad cuándo se aborda identificando los
problemas que con él puedan tenerse para ver si son atribuibles al modelo o
bien a la forma en que se está conceptualizando (y por ende operativizando) el
mismo.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
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