Hablando del valor de la cordialidad,
comentábamos en el artículo anterior que la cordialidad impone una doble exigencia para cualquier autoridad pues implica no solo
lograr los objetivos y metas establecidos sino hacerlo de la mejor manera. La
consideración, la atención, la cortesía, la tolerancia y el respeto marcan y
determinan una congruencia ética y moral en el actuar definiendo a quien los
vive no solo como autoridad sino como persona en toda su extensión. Ahora bien,
esta cordialidad no implica solapamiento o complicidad, el querer "llevar
la fiesta en paz" nos ha llevado a niveles de corrupción donde se ha
privilegiado más el ser una buena persona que una persona honesta y capaz.
Cordialidad sí, pero no a costa de la justicia y la legalidad. Continuando con
nuestra serie dedicada a los valores docentes, en esta ocasión hablaremos del
valor de la inclusión.
La inclusión, vista como la apertura y
la promoción a la participación de todos los integrantes de una comunidad
independientemente de sus posturas, se sustenta en las premisas de la equidad y
la justicia. Después de todo las divergencias en el pensar enriquecen las
argumentaciones y permiten entre todos construir algo más grande al trabajar en
conjunto por un proyecto común. La inclusión implica la valoración de posturas
razonadas y sustentadas enmarcadas en la legalidad, la justicia y la veracidad,
de ahí en fuera no puede haber inclusión que justifique minar la misma sociedad
con posturas contrarias a esos principios.
Esta
definición conlleva cinco elementos clave: apertura, promoción, equidad,
justicia, y valoración.
Apertura.
Para que las diferentes partes que integran un sistema social se sientan
alentadas a participar de inicio el primer paso debe darse de parte de quienes
lideran esa sociedad, para ello deben explícitamente señalar su intención de
abrirse para incluir todas las voces en las discusiones de temas que afecten a
la comunidad, pero más allá de ello, demostrar con hechos que tal apertura es
real y para ello las siguientes características serán las que permitan evaluar
la honestidad de la postura. El docente inicia esto en el alumno cuando señala
su intención de permitir las ideas que conlleven a mejorar el proceso
enseñanza-aprendizaje, de la misma forma va inculcando en el alumno esa actitud
para cuando a éste último le toque estar en posiciones de liderazgo.
Promoción. De
nada sirve que quienes están al frente de procesos sociales, gubernamentales, o
empresariales tengan la actitud de apertura cuando no hay acciones de promoción que permitan a
las personas participar en las decisiones, más que tener la puerta abierta (lo
cual sería la imagen de apertura), deben buscarse los pretextos para que las
partes sociales converjan y compartan sus ideas y opiniones. El docente cumple
esta característica cuando fomenta el debate, cuando lleva a cabo mesas de
discusión, cuando genera los espacios para el intercambio de opiniones dentro
de un ambiente ordenado, con un proceso y un fin debido. De la misma forma
ejercita al alumno para que, cuando a este último le toque estar en posiciones
de liderazgo, sepa las formas en que puede promover la participación de quienes
dependen de sus decisiones.
Equidad. Una
vez dada la apertura por parte de quien está al frente de un proceso y haber
fomentado la promoción en los espacios
debidos, la característica de equidad permitirá que todos participen en
igualdad de posturas. Ojo con esto ya que no quiere decirse que todas las
posturas y todos los argumentos tengan el mismo peso, ello llevaría a un
estancamiento de posturas, lo que quiere decir es que el peso de los argumentos
no estará en función de la persona que pondera tal o cual postulado sino que
estará en función de los argumentos y las evidencias vertidas, lo cual nos
lleva a la característica de la
justicia.
Justicia. La
justicia implica dar a cada quien lo que se merece, y cuando de inclusión de
trata, esto se refleja en conceder a cada argumento la razón que le corresponda
en función de la estructura de sus ideas y de las evidencias mostradas. Es así
como la equidad permitió que todos participaran en igualdad de condiciones,
pero la justicia hará que la postura que tenga razón sea la que prevalezca.
Esto último puede darse solo de dos maneras: o una de las posturas sale avante,
o dado que las diferentes posturas tienen algo de razón (y por ende de valor)
dan a lugar una postura convergente que permite incluir las diferentes
participaciones, cuál de las dos maneras sea la que se llegue al final estará
en función de la valoración dada.
Valoración. La valoración implica que las posturas
razonadas y sustentadas serán evaluadas función de la legalidad, la justicia y
la veracidad que presenten, de ahí en fuera no puede haber inclusión que
justifique minar la misma sociedad con posturas contrarias a esos principios.
Al igual que hemos señalado al hablar de otros valores docentes, no puede haber
inclusión entre posturas ilegales, antiéticas o inmorales, de inicio la
inclusión se condiciona a sí misma a que las posturas cumplan con los
principios generales que buscan el bien común.
La inclusión
parte del hecho de que en una sociedad somos diferentes, pero más que eso,
somos valiosos. Las diferentes posturas vienen a enriquecer el quehacer
comunitario permitiendo vislumbrar aristas que inicialmente no habían sido
contempladas. Es así como la inclusión más que una concesión que nos quita, es
un valor que nos enriquece.
En el siguiente
artículo hablaremos del valor de la rendición de cuentas.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
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