viernes, 19 de agosto de 2016

Valores Docentes 5 de 6: Rendición de cuentas


Hablando del valor de la inclusión, comentábamos en el artículo anterior que la  inclusión, vista como la apertura y la promoción a la participación de todos los integrantes de una comunidad independientemente de sus posturas, se sustenta en las premisas de la equidad y la justicia. Después de todo las divergencias en el pensar enriquecen las argumentaciones y permiten entre todos construir algo más grande al trabajar en conjunto por un proyecto común. La inclusión implica la valoración de posturas razonadas y sustentadas enmarcadas en la legalidad, la justicia y la veracidad, de ahí en fuera no puede haber inclusión que justifique minar la misma sociedad con posturas contrarias a esos principios

Continuando con nuestra serie dedicada a los valores docentes, en esta ocasión hablaremos del valor de la rendición de cuentas.

La rendición de cuentas es el referente por el cual un funcionario, un empresario, un político es evaluado durante su gestión al comparar los resultados obtenidos contra los resultados esperados. Cualquier autoridad, sea del nivel que sea, debe estar dispuesto a responder de sus actos y cuidar no solo el alcanzar las metas que se han establecido, sino alcanzarlas dentro de un ambiente de respeto, orden y legalidad. La rendición de cuentas es la manera es que se evalúan los dichos, es la manera tangible en que la capacidad de alguien es medida, y es el termómetro final al que confiadamente debe someterse quien de manera correcta hace las cosas.

La rendición de cuentas permite evaluar dos puntos nodales de quien se ostenta como líder: su capacidad para trazar metas y acciones para lograrlas, y su capacidad para realizar tales acciones y alcanzar la meta trazada. Si bien pareciera que se trata de lo mismo son dos cosas diferentes, la primera tiene que ver con la planeación estratégica (metas, objetivos, procesos, personas, recursos) y la segunda con la eficiente aplicación de todo lo anterior para alcanzar la meta fijada. Pero con todo, la rendición de cuentas va más allá ya que es un paso adicional a los dos anteriores (uno el planear, el otro el lograr), y este paso se refiere al informar.

Ahora bien, ese informar debe hacerse de manera objetiva, mensurable, y verificable. Es muy fácil que las personas se den cuenta cuando alguien blofea o más comúnmente, solo "echa rollo". Cuando lo que se dice no es tangible, medible o siquiera verificable, se está ante meras pretensiones de mostrarse como alguien de éxito sin que nada sustente eso.

Objetiva. Cuando mencionamos que la rendición de cuentas debe ser objetiva nos estamos refiriendo que la misma debe referirse a cosas concretas, no a ideas o conceptos abstractos que si bien pueden servir de referente inicial por su misma naturaleza no puede manejarse una evaluación del desempeño personal o grupal. Por ejemplo, no es lo mismo decir que se desarrollo la capacidad empresarial de una comunidad a decir que se establecieron empresas familiares con apoyos de microcréditos.

Mensurable. A la objetividad le debe ir aparejada la mensurabilidad de los logros obtenidos, si no hay una medición ¿cómo se va a evaluar un desempeño? Siguiendo el mismo ejemplo anterior, al logro del establecimiento de empresas familiares le faltaría señalar la cantidad de empresas establecidas. Es así como la mensurabilidad se refiere a la característica que otorga la valuación concreta de una meta alcanzada.

Verificable. La última característica de la rendición de cuentas y que concatena las dos anteriores, es la de la verificabilidad, si un desempeño es objetivo e incluso mensurable, pero no hay manera de verificarlo, queda en nada. La verificabilidad es la característica que permite revisar lo dicho y constatar lo señalado en una rendición de cuentas, de ahí que la información para ello debe estar disponible de otra forma el proceso de la rendición de cuentas queda trunco.

Ahora bien, y esto es muy importante, los logros de quien lidera procesos (sea éste un empresario, un político o un funcionario) siempre se sustenta en el trabajo que el equipo haya efectuado, es decir, se trata de la suma de los esfuerzos del equipo con el que cuenta, en ese sentido no todo el mérito le pertenece sino que el mismo es compartido por sus colaboradores.

El docente debe tener esto en mente ante los resultados académicos, ya que una parte dependerá de la labor que como tal efectúe, pero otra se referirá a las acciones que sus alumnos realicen, es así que todo desempeño grupal va aparejado por el trabajo de ambos actores: maestro y alumno.

Lo anterior es mucho muy importante pues señala claramente que una parte del esfuerzo corresponde al maestro pero otra es indiscutiblemente responsabilidad del alumno, siendo que si éste último no hace su parte no es responsabilidad del maestro sino una responsabilidad que debe cargar el alumno como tal.

La rendición de cuentas como valor se va conformando desde la escuela (y más aún desde el hogar) pues conlleva el carácter de aceptar la responsabilidad por las acciones propias y sus resultados. Como alumno, cargar sobre el maestro todas las responsabilidades por el mal desempeño de uno, solo muestra poco desarrollo del carácter como persona para responsabilizar a cada quien de sus acciones; es por ello que tanto el maestro como el alumno deben desarrollar lo que le corresponda y aceptar los resultados de sus acciones, después de todo eso se reflejará en su vida profesional.

Tomando este último punto, el de la vida profesional, la rendición de cuentas será un referente de la capacidad de la persona misma, y sí esta rendición de cuentas se efectúa de manera espontánea, es decir, si no se está obligado a ello, será doblemente meritorio ya que se efectuará sin que exista un elemento coercitivo para ello.

Por último, en su más alta concepción, la rendición de cuentas no solo debe referirse a lo logrado sino también a lo no alcanzado. Los errores, las faltas, o las metas no alcanzadas también deberían formar parte de esa rendición de cuentas, después de todo no siempre se tiene éxito en las acciones. Pero como dijimos, eso es en una alta concepción filosófica y moral, contentémonos con que al menos la rendición de cuentas se dé y que esta sea objetiva, mensurable y verificable.

En el siguiente artículo, el último de esta serie de seis, hablaremos del valor de la transparencia.




Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/2EPBCqkU04o

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