La
evolución y cambio constante que ha experimentado la sociedad ha redefinido
muchas de las actividades de la misma y quienes la desempeñan, no escapando a
esta redefinición la labor del docente, específicamente del docente
universitario, quien de su tradicional papel de mero instructor ha
complementado su labor con la investigación y con la difusión, enriqueciendo
así no solo su labor sino la de la institución en la que se encuentra y la de
la sociedad a la que se debe.
La
labor tradicional del docente estuvo por muchos años definida casi en su
totalidad en la labor de enseñar, incluso la función del alumno era secundaria
centrándose en un mero receptor del proceso didáctico, es así como las
estrategias se centraban en mejorar constantemente el proceso de enseñanza sin
tener el referente del provecho de la instrucción evaluando el aprendizaje real
y efectivo. La dinámica social y educativa ha generado presiones en la
educación que han obligado a redefinir este proceso tradicional
reconfigurándolo en esquemas que van desde la dualidad enseñanza-aprendizaje
hasta el objetivo final del aprendizaje centrado en el estudiante.
Pero
esto no es todo lo que ha cambiado, el docente ahora se ha visto en nuevas
exigencias relacionadas con su papel donde la investigación y la difusión han
cobrado un papel preponderante equilibrando así sus funciones en las
instituciones educativas. En la actualidad el docente universitario se ubica
para efecto de sus actividades en líneas de generación y aplicación del
conocimiento, siendo la generación relacionada con la investigación y la
aplicación con aspectos que van desde la enseñanza hasta la docencia
(incluyendo la vinculación en este último punto).
Es
así que la idea actual del docente universitario ha evolucionado hasta la de
alguien comprometido con la enseñanza, con la investigación y con la difusión
del conocimiento. La premisa detrás de todo esto en sencilla: se supone que
quien enseña es el más capaz, el mejor preparado, el más inteligente, luego
entonces es quién tiene el perfil necesario no solo para enseñar sino para
desarrollar nueva y mejores maneras de hacer las cosas, de ahí que también
investigue y por ende difunda el conocimiento.
Ahora
bien, hay que ser honestos y señalar que no necesariamente todo docente tiene
este perfil, pero también hay que reconocer que puede desarrollarlo, es decir,
hay docentes que durante años se han dedicado a
enseñar y que nunca han hecho investigación o difusión, pero su misma
formación intelectual los capacita para poco a
poco ir desarrollando este perfil, lo raro sería que al contrario, aún
con capacitación, con tiempo, con ayuda, el docente tradicional no pudiera
realizar investigación relevante o difundir conocimiento de innovación.
¡Ah,
que adjetivos tan interesantes estos últimos! Relevancia e innovación, ¿por qué
el comentario? Pues por algo muy sencillo, resulta que dadas las nuevas
exigencias y ante la incapacidad de algunos docentes de adecuarse a esto, se
han desarrollado investigaciones sin relevancia alguna (entendiendo por
relevancia que nadie estaría dispuesto a pagar por hacer una investigación como
la que algunos docentes realizan) y que la difusión del conocimiento es más que
mediocre, tan mediocre que en algunos casos las mismas universidades diseñan
foros o publicaciones endógenas para que sus docentes publiquen ante la
imposibilidad de estos últimos por acudir a publicaciones imparciales,
objetivas o que simplemente tengan estas últimas que evaluar si les conviene
(inversión-rendimiento) el publicarle algo al docente.
Pero
de la misma forma hay docentes de excelencia que no solo enseñan sino que
investigan y difunden el conocimiento y con tal nivel que merecen ser
reconocidos. Para esto existen dos programas, uno externo a las universidades
que es de la Secretaria de Educación Pública llamado Programa de Mejoramiento
del Profesorado (Promep), el cual a través de la participación en las
convocatorias Promep y anexando las evidencias para ello puede accederse a lo
que se llama “reconocimiento del perfil deseable”. La otra forma de reconocimiento es interna de cada
universidad y se conoce como el programa de Reconocimiento al Desempeño donde
cada año el docente concursa con sus evidencias para, dependiendo del nivel que
obtenga en tablas de valoración establecidas para ello, pueda acceder a
reconocimientos económicos.
En
la medida que el profesorado avance hacia esquemas de desempeño de calidad en
sus labores de docencia, investigación y difusión podemos esperar que no solo
su persona se vea beneficiada sino también los alumnos que forma, la
institución en la que labora y la sociedad en la que está inserto y a la que se
debe.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
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