El reto de toda universidad estriba no solo en la
formación de recursos humano con pertinencia, coherencia y relevancia, sino
también en que la planta docente muestre y demuestre la capacidad requerida
para estar frente a grupo de una manera clara, objetiva y contundente.
En los 90´s y la primera década del Siglo XXI una nueva
filosofía comenzó a recorrer las universidades públicas del país, una filosofía
que emanaba de condicionamientos económicos de los participantes en su financiamiento,
a saber el gobierno federal. Este condicionamiento imprimía el carácter
opcional a los recursos adicionales a los que podía acceder la universidad
siempre y cuando ésta demostrara interés en la aplicación de los mismos a
proyectos estratégicos.
Uno de estos proyectos estratégicos fue la habilitación
de su planta docente. Requeridos, o más bien: urgidos, por demostrar al alto
nivel competitivo de las universidades se idearon planes para que sus maestros,
tradicionalmente enquistados en cuestiones docentes, transitaran a áreas tales
como la investigación o la extensión.
Lo anterior dio como resultados ahora, varios años
después, un escenario dual: por un lado están los profesores que aprovecharon
esos recursos para habilitarse y moverse hacia nuevos estadios de desempeño y
aquellos otros que solo lo simularon.
¿Cómo es esta simulación? Sencilla: generar espacios
endogámicos al interior de la universidad para que la misma sirva de plataforma
a trabajos de dudosa calidad. Así, por ejemplo, un profesor ya no tenía que
preocuparse por ponenciar en un foro externo, objetivo y exigente cuando tenía
en su misma universidad foros liderados por sus mismos compañeros donde podía
hacerlo; tampoco tenía que preocuparse por pasar el arduo (más que arduo en
algunos casos) de todo proceso de publicación ya que tenía en la misma
institución esos espacios cuyos titulares eran sus mismos compañeros; o el
extremo de relajar la cuestión formativa ya que podía acceder a grados en su
misma academia donde sus profesores serían sus mismos compañeros.
Ahora bien, hay que dejar algo muy claro: no se está
cuestionando la existencia (e incluso la participación) de los profesores en
los espacios que genera su misma universidad, lo que se cuestiona es aquellos
profesores que solo utilizan esos espacios teniendo mucha productividad pero
que no muestran esa misma productividad externa, con lo que evidencian la
capacidad para competir en el mundo más allá de su institución.
Por ejemplo, hay quienes presentan mucha productividad
externa: libros, artículos, ponencias, investigaciones, y (no “o”, sino “y”)
también participan en las instancias creadas por la misma universidad, pero hay
otros que si se les quita la producción endogámica universitaria se quedan
prácticamente sin nada.
Esa simulación es la que no está actualmente referida en
las universidades y la cual requiere publicitarse para demostrar a la sociedad
que su planta docente realmente, no de simulación o engaño sino realmente,
tiene una habilitación que la califica y la cualifica para mostrarse como líder
de éxito en el mundo competitivo actual.
En la medida que las universidades garanticen que su
planta docente y los productos que generan reúnen condiciones de calidad
indiscutible, podemos pensar, decir, ¡e incluso confiar! en que serán capaces
de liderar las respuestas a los cambios sociales que los nuevos retos impone a
nuestra comunidades.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este
artículo puede verse en video en https://youtu.be/OxVKiD3XgqU
También puede descargarse gratis el poemario del
mismo autor "Perfectos son tus caminos” -50 poemas en la línea del
pensamiento cristiano-, desde www.rocefi.com.mx (Menú
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