Si les preguntamos a
cien personas cual es el objetivo principal de la educación, seguramente
tendremos cien respuestas diferentes, mientras unos ven a la educación con un
fin utilitarista, es decir, que sirva para algo, otros la ven como una
habilitación, es decir, facultar a las personas para desarrollar su potencial.
Pero independientemente de la idea que cada quien tenga, un análisis profundo
nos lleva a concluir que el objetivo último de la educación no es otro sino el
de la libertad.
Entremos a analizar
el punto sobre la finalidad de la educación, por la experiencia personal el
enfoque será sobre educación superior pero el análisis aplica para cualquier
nivel educativo. Comencemos por analizar ciertas respuestas sobre los fines de
la educación.
La respuesta
tradicional que dan las universidades en sus planes y programas de estudios, es
que la educación que ofrecen conlleva la finalidad, palabras más palabras
menos, de formar profesionistas capaces y competentes para desenvolverse con
éxito en el mundo laboral. Ahora bien, si uno hace un ejercicio mental del por
qué ulterior, es decir, ¿por qué ese fin?, la respuesta será para que puedan
trabajar, para que puedan ganar dinero, para que puedan vivir bien, pero preguntas
posteriores buscando un fin último nos lleva ineludiblemente a la libertad. Un
mal profesionista siempre estará subyugado por el mercado, tendrá que someterse
a él, pero un profesionista competente y de éxito, como lo esbozan las
universidades, es dueño de su destino y en última instancia libre.
Veamos otra
respuesta, la de habilitar a la gente para que desarrolle su potencial. El
análisis es el mismo, ¿para qué habilitar a la gente para que desarrolle su
potencial? Las respuestas pueden ser para que se autorrealicen, para que sean
felices, para que logren sus metas, pero de nueva cuenta una pregunta posterior
de ¿para qué? nos lleva a la libertad que implica soltar a las personas de las
ataduras y limitaciones que obstaculizan logar ese potencial.
Podemos tomar todas
las respuestas que pudieran darnos sobre el fin de la educación pero la
respuesta última siempre será la libertad, una libertad plena y total que como
horizonte buscamos alcanzar, una libertad que faculta a las personas a lograr
su potencial y conseguir sus sueños, una libertad que le da las herramientas a los individuos
para hacerse dueño de su destino.
Ahora bien, una
respuesta que merece un análisis especial es cuando alguien comenta que el fin
último de la educación es que la gente sea feliz. Sin entrar en discusión he de
decir que no estoy de acuerdo, sostengo que la finalidad última de la educación
es la de otorgar la libertad a todos los individuos, ¿por qué sostengo esto?,
por lo siguiente: la educación sí puede comprometerse con darle libertad al
individuo a través del conocimiento, la habilitación técnica o profesional, la
creación de conciencia, etc. pero es el propio individuo quien con esa libertad
debe dar el paso final para conseguir la felicidad a la que todas las personas
aspiramos, solo que esa felicidad no es responsabilidad de la educación sino
del individuo.
Obvio, por el
análisis que estamos haciendo, que la educación faculta al individuo para
lograr esa felicidad a través de la libertad que le otorga, pero no es responsabilidad
de la educación, y por ende su fin último, el conseguir la felicidad para el
individuo.
Si bien es cuestión
de enfoque el fin último de la educación, de la verdadera educación, es liberar
al individuo, aunque suene utópico liberarlo completamente tanto física,
mental, emocional, económica, política y espiritualmente hablando para que cada
quien se encuentre en totalidad de su potencial para alcanzar su destino en la
vida.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
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