Las
visiones y misiones en todas las universidades, al igual que en todas las
organizaciones, requiere una constante evaluación, mejora y adecuación, este
proceso, si bien es incluyente no tiene por qué extenderse ad infinitum en el
tiempo.
En una
ocasión, durante un proceso de revisión de visión y misión en una universidad,
se me preguntó que si cuánto tiempo yo le calculaba a un ejercicio como ese, mi
respuesta les asombró pues dije que yo le asignaba a un ejercicio como ese cero
segundos. Paso a explicar mi fundamentación, como en su momento la expuse a ese
grupo de personas.
En las
universidades, se dan proceso de elección de autoridades donde quienes
participan de inicio deben de tener e incluso expresar, implícita o
explícitamente, el rumbo por el cual desean llevar a la universidad. Es así que
resulta ilógico que alguien participe en esos procesos con una propuesta de
trabajo pero que luego, una vez elegido, requiera de procesos que establezcan
el rumbo (visión y misión).
Cuando
señalé eso una persona me dijo que el hecho de involucrar a la institución en
un proceso como ese de actualización de la visión y misión implicaba incluir a
todos los integrantes en la definición de ese rumbo, a lo cual yo le respondí
que el tener ya una visión y misión establecida desde que se es candidato (lo
cual creo debería ser para saber hacia dónde se propone cada candidato llevar a
la institución) no excluía a nadie pues (1) la misma votación adhería a la
propuesta a aquellos que estaban de acuerdo con ella y (2) la misma era
construida con la experiencia que el candidato tenía lo cual incluía la
interrelación con los integrantes de la universidad por lo que su propuesta
aglutinaba ese pensar comunitario.
Independientemente
de la idea que tenga cada quien, seguro estoy que todos estaremos de acuerdo en
que alguien que busque presentarse como líder (por ejemplo alguien que desee
liderar una institución de educación superior), debe tener una claridad extrema
en cuanto al rumbo que desea darle a la institución, sino ¿de dónde salen sus
propuestas?, por lo que un proceso de actualización de visión y misión no debe
llevar mucho tiempo.
Ahora
bien, no hay que cerrarse a la posibilidad de mejora, a lo mejor muchos de la
comunidad pueden aportar ideas para consolidar la propuesta inicial de rumbo
(visión-misión), pero para ello se requiere que se tenga esa propuesta y que la
misma se ponga a consideración de la comunidad para mejorarla. Ojo: no es para
cambiarla, validarla o corregirla, se supone que la elección de tal o cual
candidato se basó en una propuesta que tenía dirección, así que este ejercicio
es para reforzar aún más esa visión y misión que de inicio el líd r debe tener con suma claridad.
Nuestras
universidades requieren de líderes que tengan claridad en cuanto a lo que
desean lograr durante su gestión e ir mejorando en la práctica esas ideas con
la finalidad de consolidar su propuesta y de dar los resultados que de inicio
se plantearon.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
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