Las
instituciones de educación superior han pasado por una serie de
transformaciones, una de las últimas y que por cierto lleva mucho tiempo
vigente, derivó en perfiles profesionales que supeditan al egresado a las
fuerzas de mercado, pero cada vez más universidades integran en sus procesos de
desarrollo la parte humana requerida para sustentar a un profesionista de
éxito.
La
cuestión de “¿para qué están las universidades?” estaba según esto resuelta con
la respuesta de “para formar profesionistas exitosos”, de hecho si uno entra a
los programas de estudio de muchas universidades esta visión está aún vigente
¿y qué tiene de malo eso? Pues solamente que disgrega a la persona
considerándola un insumo más del mercado y descuida la parte humana que todos
tenemos y que incluso representa más de lo que somos.
Ante lo
anterior, algunas universidades de una manera tímida inicial, han ido
incluyendo en sus programas de estudio materias que buscan rescatar es parte
humana donde la manera en que cada uno se ve, se relaciona con los demás e
interactúa con el mundo es considerada.
La
propuesta que manejo en cuanto a ese “¿por qué están las universidades?” puede
resumirse en la frase que encabeza esta disertación: máxima habilitación,
máxima satisfacción.
Si se
fijan no use el término “máxima formación” ya que éste me parece supeditado a
la cuestión profesional, usé deliberadamente el término de “máxima
habilitación” con toda la intención de expresar ese compromiso que creo deben
tener las universidades para lograr que las habilidades latentes de las
personas surjan en toda su expresión.
De la
misma forma y para que no quede en una cuestión meramente práctica, técnica o
profesional, esta máxima habilitación está condicionada a una máxima
satisfacción, y no solo una máxima satisfacción laboral sino completa como
personas.
Tal vez
alguien cuestione ese compromiso que sugiero deba incorporarse en los
quehaceres institucionales señalando que la universidad no está para eso, pero
un análisis más profundo nos indica que sí, que sí están para eso; ¿por qué
digo esto? Por que de manera incipiente los mismos perfiles profesionales
actuales lo requieren. Paso a explicarlo.
Cuando
un perfil profesional señala que busca formar profesionistas de éxito o
competentes o como quiera llamárseles, necesariamente implica que serán capaces
de manejar no solo las ideas sino sus emociones y demás características que los
hacen y definen como personas, sino ¿cómo esperamos que tengan ese éxito, se desempeñen
de manera competente o como quiera que establezcamos en sus perfiles
profesionales?
Así que
si la pensamos un poco necesariamente llegaremos a la conclusión que la
formación profesional requiere que integremos y desarrollemos la parte humana
de cada individuo para poder dotar de las capacidades necesarias que lo lleven
a desarrollar todo su potencial.
En la medida que las universidades comiencen a
reconocer esto y a integrar cada vez más en sus procesos formativos una visión
holística de los individuos, podemos esperar personas, profesionistas, cada vez
más completos, más capaces, más competentes pero también más humanos.
Este
artículo puede verse en video en https://youtu.be/JqXgRnrYJl4
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