Si tenemos en cuenta
la enorme responsabilidad que las instituciones de educación superior tienen en
el sentido no solo de formar los profesionistas que la sociedad requiera sino
de construir el futuro colectivo de la comunidad, no podemos menos que esperar
un nivel de excelencia en el comportamiento de sus integrantes, pero dado que
no podemos dejar esto a la buena voluntad de las personas es necesario que
tengamos reglas que garanticen lo anterior.
No sé si en todas las
universidades del país pase esto que vamos a comentar aquí, pero sí estoy
enterado que en muchas se da y me refiero a la posibilidad de que los líderes
sindicales puedan acceder a puestos de confianza en sus instituciones. Dado que
este es un tema delicado y por lo mismo importante, y dado que de la misma
forma tiene varias aristas que deben ser consideradas, trataré de hacer un
desarrollo detallado de este tema.
Los integrantes de
las universidades, como los de cualquier organización, pueden agruparse para
defender sus derechos laborales, esto vía sindicatos. Dado que quienes integran
los sindicatos son los mismos miembros de las universidades, si no hay nada que
lo impida estos líderes sindicales (entendiendo lideres por todos aquellos que
estén al frente de los sindicatos en todas y cada unas de las comisiones del
mismo), puede llegar posteriormente a acceder a puestos universitarios.
Lo anterior puede
generar un esquema pernicioso donde los sindicatos sean utilizados como meros
trampolines para granjearse las simpatías de los trabajadores y acceder así
luego a puestos universitarios. Recordemos que la finalidad última del
sindicato es mejorar las condiciones laborales de sus agremiados, así que
cualquier buena gestión en ese sentido le da a quienes están al frente del
mismo, puntos sobre los que puede construir posteriormente proyectos hacia
puestos en la universidad.
En el escenario
anterior el sindicato se vuelve un trampolín hacia otros puestos
universitarios, la finalidad del mismo, al menos para sus líderes, no es la de
mejorar las condiciones laborales de sus agremiados, sino más bien utilizarlo
para granjearse simpatías que le permitan competir posteriormente por otros
puestos en la universidad.
Algunos argumentaran
que cualquier funcionario hace lo anterior, pero no es igual el símil ya que
mientras un funcionario universitario trabaja para la institución, el líder
sindical trabaja para (se supone) sus agremiados, las esferas de acción de
ambos son completamente diferentes, e incluso las experiencias en el ejercicio
de las mismas habilita más al funcionario que al sindicalista para otras
responsabilidades universitarias en puestos de confianza.
En otras palabras,
hay una congruencia con un funcionario de confianza en la universidad que
busque en la misma estructura otros niveles de responsabilidad que un
sindicalista cuya labor esta fuera de la estructura universitaria (el sindicato
no forma parte de la estructura universitaria), cuya labor va orientada a cuestiones
completamente diferentes a la del conjunto de la universidad, y cuya labor, si pierde el objetivo real de
su función en el sindicato, puede dañar incluso a la institución.
Explico con mayor
detalle este último punto. Un funcionario de confianza de la universidad, si
quiere acceder a más responsabilidades (otros puestos en la universidad) debe
demostrar que ha podido con las responsabilidades encomendadas lo cual se
evidencia en incidir de manera positiva en los indicadores del área
encomendada. Por el contrario un líder sindical solo debe granjearse la
simpatía de sus agremiados, lo cual implica obtener más y mejores beneficios de
parte de la universidad en cuanto lo que puede dar; así si éste sindicalista
tiene el objetivo posterior de acceder a algún puesto universitario, solo debe
actuar con miras al corto plazo y en pos de su proyecto personal obteniendo
muchas cosas para sus agremiados (lo cual es lo que le granjea puntos con
ellos) aunque en eso afecte a la institución.
Pero bueno, cuando he
expuesto este tema muchos se rasgan las vestiduras señalando que el
sindicalista, como cualquier persona, puede y debe tener el derecho de buscar
posteriormente los puestos universitarios que desee. Estoy de acuerdo. Pero,
dado los riesgos que hemos mencionado ¿por qué no buscar disminuirlos sino es
que desaparecerlos y al mismo tiempo dignificar la función del sindicato (para
que no sea visto como un trampolín) y de quienes están al frente (para que se
comprometan con lo que dicen buscar y defender)?
¿Cómo hacer lo
anterior? Habrá muchas formas, cada universidad y sindicato (porque se trata
que haya congruencia en ambas partes) debe decidir cuál es la mejor según sus
circunstancias, pero se me ocurre una muy sencilla: establecer tanto en la
normatividad institucional como en los estatutos sindicales que quienes estén
al frente de los sindicatos deberán dejar pasar una administración de la
universidad una vez que hayan dejado su encargo para competir por algún puesto
en la institución. Sencillo, ¿verdad?, pero con este clausulado no saben
cuántos falsos sindicalistas que solo ven a esta agrupación como trampolín para
sus ambiciones personales dejarían de participar en las luchas sindicales,
después de todo se acabaría el chiste de hacerlo.
Los sindicatos universitarios
son necesarios y su labor muy loable, son un espacio donde los trabajadores
deben sentirse representados y defendidos en sus derechos y en sus
aspiraciones, por ello deben contar al frente con gente que valga la pena, que
sea íntegra y tenga valores, y que por ello no utilice al sindicato como
trampolín para sus ambiciones personales.
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