Todas las
universidades expresan en mayor o menor medida que uno de sus fines, sino su
fin más elevado, es el de impactar de manera decisiva en el desarrollo de las
comunidades en que están insertas, este impactar siempre será a través de los
individuos que forme para que lleguen a convertirse, además de profesionistas
de éxito, en ciudadanos responsables y comprometidos.
Dentro de los
objetivos explícitos que las universidades tienen está el de la extensión de la
ciencia y la cultura, esta extensión busca permear los valores en que la
universidad cree hacia el grueso de los integrantes de la comunidad, ya que su
correspondencia social no puede verse circunscrita únicamente a sus alumnos y
egresados pues estos siempre serán minoría ante el resto del grueso social.
De la misma forma,
los procesos formativos y de investigación buscan incidir de manera decisiva en
los procesos de la comunidad, sean éstos económicos, sociales, políticos,
culturales. La conjunción de estos tres procesos,
formación-investigación-extensión, son los que finalmente vienen coadyuvando a
la transformación de la sociedad.
Curiosamente y a
pesar de que estos objetivos están explícitos en la mayoría de los procesos
universitarios, son estos dos últimos, la formación y la investigación, los que
cuentan con indicadores claros y específicos, mientras que el primero, la
extensión, son más bien generales.
Cuando hablo de
indicadores me refiero a los objetivos mismos de todo proceso, en el caso de
extensión si hablamos de horas de esto o lo otro, de programas de esto o lo
otro, de eventos de esto o lo otro, no estamos hablando de fines sino de
medios. Todo esto son medios, pero ¿y los fines?
El fin de todo
proceso de interacción con la sociedad, además de buscar habilitarla para
aspectos específicos, lleva una connotación social que recién está siendo
descubierta por las universidades y que se refiere a la formación de
ciudadanía. Este concepto está siendo entendido como el reconocimiento y aceptación
del espacio individual que cada quien ocupa dentro de la sociedad con los
derechos y obligaciones que esto entraña.
Pero para ir más allá
debemos fijar la meta de la creación de esta ciudadanía en los valores que de
manera individual buscamos sean replicados en los integrantes de la sociedad
con la finalidad de mover a la sociedad en su conjunto hacia mejores estadios
de desarrollo.
A reserva de que cada
quien (incluyendo las universidades), puedan tener una prioridad de valores que
quieran ver replicados en la sociedad, en lo personal mi marco de referencia
está dado por la transparencia, el consenso, la inclusión, el compromiso, la rendición de cuentas y la cordialidad.
Compromiso. El
compromiso puede resumirse en actuar siempre y en todo momento de manera justa,
ordenada, transparente, legal y armónica supeditando sus intereses a los
intereses comunitarios y reflejando en sus dichos y hechos una congruencia
siempre y en todo momento.
Consenso. El consenso
es la plataforma que garantiza la viabilidad de los acuerdos ya que incorpora
la mayoría de los pensamientos y voluntades expresados a través de la
conciliación de diferentes posturas tomando como referente el bien común. En
ese sentido hay que tener muy en claro que el consenso solo puede darse entre
diversas posturas legales, éticas y morales, no puede buscarse consenso entre
posturas que atenten contra eso pues se estaría no ante un consenso sino ante
una claudicación personal y social.
Cordialidad. La
consideración, la atención, la cortesía, la tolerancia y el respeto marcan y
determinan una congruencia ética y moral en el actuar definiendo a quien los
vive como persona en toda su extensión. Ahora bien, esta cordialidad no implica
solapamiento o complicidad, el querer "llevar la fiesta en paz" nos
ha llevado a niveles de corrupción donde se ha privilegiado más el ser una
buena persona que una persona honesta y capaz. Cordialidad sí, pero no a costa
de la justicia y la legalidad.
Inclusión. La inclusión, vista como la apertura y la
promoción a la participación de todos los integrantes de una comunidad
independientemente de sus posturas, se sustenta en las premisas de la equidad y
la justicia. Después de todo las divergencias en el pensar enriquecen las
argumentaciones y permiten entre todos construir algo más grande al trabajar en
conjunto por un proyecto común. La inclusión implica la valoración de posturas
razonadas y sustentadas enmarcadas en la legalidad, la justicia y la veracidad,
de ahí en fuera no puede haber inclusión que justifique minar la misma sociedad
con posturas contrarias a esos principios.
Rendición de cuentas.
La rendición de cuentas es el referente por el cual cualquier persona es
evaluada al comparar los resultados obtenidos contra los resultados esperados
cuidando de alcanzar las metas dentro de un ambiente de respeto, orden y
legalidad. La rendición de cuentas es la manera es que se evalúan los dichos,
es la manera tangible en que la capacidad de alguien es medida, y es el
termómetro final al que confiadamente debe someterse quien de manera correcta
hace las cosas.
Transparencia. La
transparencia no es un acto de buena voluntad, sino una obligación mínima que
debe mostrar cualquier ciudadano con responsabilidades durante su gestión ya
que su ejercicio debe soportar la prueba del escrutinio público para asegurar
que su aplicación no responde a filias o fobias personales sino a un sentido de
responsabilidad.
En
la medida que las universidades integren la formación de ciudadanía como parte
de sus objetivos, sobre todo en cuestiones de extensión de la ciencia y la
cultura, podemos esperar que los cambios sociales requeridos pasaran de ser
meras buenas intenciones a cuestiones concretas de aplicación práctica y
cotidiana.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
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