viernes, 16 de marzo de 2018

Normatividad universitaria: sin pasión hacerla, con pasión cumplirla



Las universidades funcionan en muchas ocasiones como laboratorios sociales para experimentar nuevas y mejores formas de ser y hacer, uno de los aspectos que pueden evidenciar este liderazgo por parte de las universidades es precisamente mostrando, a través de la legislación universitaria, los altos ideales que la mueven.

Pensemos en cualquier situación donde converjan las diferentes voluntades individuales que implica trabajar en equipo: una empresa, una institución, una universidad, un pueblo o nación; todos estos proyectos sociales requieren de un andamiaje que le de viabilidad al mismo ante las diferentes formas que cada quien tiene de entender el mundo y a los demás, y este andamiaje está dado por las reglas de convivencia que se establezcan.

Estas reglas de convivencia forman parte de la vida normal de todos los grupos sociales, una empresa las tiene lo mismo que una asociación civil, iglesias y familias, y con mayor razón las sociedades establecidas en las formas de pueblos, ciudades o países. Todos estos proyectos sociales tienen acuerdos explícitos en la forma de reglas que permiten el funcionamiento armónico de los mismos, acuerdos aceptados por los integrantes y defendidos en su implementación por las autoridades establecidas para ello. Nuestras universidades no escapan de esto.

Enfocándonos en las universidades, y después de aceptar las premisas de necesidad de estas reglas de convivencia (normatividad universitaria), la necesidad de la aceptación por todos de las mismas y la necesidad de la existencia de autoridades que vigilen y sancionen su aplicación; tenemos también que entender que dada la naturaleza humana, el proceso de establecer y cumplir esta normatividad debe ser cuidado en extremo para no dar lugar a deficiencias o excesos, mucho menos deliberadamente sesgados.

Cuando hablo de que la normatividad universitaria debe ser hecha sin pasiones me refiero a que no debe ser dirigida a afectar o beneficiar a alguien o a algún grupo de personas, debe ser lo más objetiva posible y para ello mi sugerencia siempre es pensar en la norma como si tu peor enemigo fuera a aplicarla. Una imagen así permite pensar en reglas y procesos que garanticen los derechos de todos y que permitan dirimir las diferencias de una manera justa.

Pero por el contrario, la aplicación de la normatividad es algo que señalo que sí debe ser hecho con suma pasión. Cuando hablo de la aplicación de las normas universitarias con suma pasión no quiero decir que las pasiones intervengan para sesgar la aplicación de la norma, sino que la pasión a la que me refiero es aquella que incitará a cumplir en extremo la norma, que moverá a respetarla y defenderla y que llevará a alcanzar los ideales que se buscan no de una manera tibia o timorata sino decidida.

Así tenemos un escenario dual: una norma que en su proceso de conformación fue fríamente diseñada sin prejuicios o dobles intenciones y por otro lado una norma que uno busca aplicar y defender incluso a costa de la propia tranquilidad que implicaría no involucrarse en conflictos que devengan de la aplicación de las normas universitarias.

Por último, sabemos que no hay norma completa y perfecta, siempre habrá lagunas o como se le conoce “espacios para maniobrar”, estos espacios para maniobrar dan margen a hacer las cosas bien o hacer las cosas mal y ambas actitudes darán lugar a resultados legales, normativamente correctos, pero probablemente injustos, sobre todo en los casos de hacer las cosas mal. Pero, ante estas lagunas, ¿cuándo diremos que se actuó mal?, ¿cuándo diremos que se actuó bien?, ¿qué hacer en este escenario?

No hay una respuesta sencilla, pero si una propuesta y esta tiene que ver con los más altos ideales que la universidad tenga establecidos y quiera ver replicados en la sociedad. Ante esas lagunas y ante las opciones posibles, unas que amplíen el campo de acción de los participantes y otro que los restrinja, la pregunta sería ¿cuál de estas dos opciones, con el riesgo del error y la equivocación, puede ser caracterizada dentro de los más altos valores institucionales y que buscamos replicar en la sociedad?

Así que la respuesta nunca será si está o no explícitamente establecido en la norma universitaria tal o cual cosa, es imposible todo este normado, pero sí las normas establecidas permiten establecer una guía y dentro de esa guía y bajo los más altos valores institucionales resolver las lagunas que pudieran irse presentando y con ello ir mejorando la norma siempre hacia mejores estadios de desarrollo personal, institucional y social.

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/td-vZe3jsgA

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