La
manera más directa, eficiente y eficaz en que las universidades pueden incidir
en su entorno y a la vez beneficiarse de la retroalimentación que reciban de
él, es sin duda alguna vía vinculación; esta vinculación, por su misma
naturaleza implica una relación con el entorno y los actores que participan en
él, relación que difícilmente puede darse desde el escritorio.
De
un tiempo a la fecha, sobre todo desde los 80’s, las universidades,
reconociendo la necesidad mutua de interactuar con su entorno, comenzaron
procesos tendientes a articular procesos de vinculación. Estos procesos de
vinculación, aparte de buscar abordar problemáticas sociales, políticas o
económicas específicas, buscan generar un flujo de información hacia el área
académica que le permita estar al día (si se incluyen alumnos en estos procesos
la idea subyacente es la aplicación de los conocimientos adquiridos y la
adquisición de experiencia).
Si
bien no se puede ser tajante en el sentido de que toda la vinculación implica
una interacción extra-muros de la universidad con el entorno, si hay que
reconocer que mucha de esa vinculación por naturaleza propia implica ello. De
la misma forma hay que reconocer y señalar que en ocasiones quien lidera esa
vinculación establece una dinámica que disminuye los beneficios de la misma en
vez de potencializarla cuando busca las formas y los medios para desarrollarla
desde el escritorio.
Por
ejemplo, muchos de los procesos organizacionales pueden ser abordados por las
áreas económico-administrativas desde escritorio, eso es innegable. Análisis de
puestos, flujogramas, diseños organizacionales, establecimiento de políticas,
objetivos, metas, etc., son ejemplos de variables de las empresas que pueden
ser trabajados desde una oficina.
Pero
de la misma forma, sobre todo los que estamos en contacto directo con actores
externos a la universidad, hay que señalar que es mucho más enriquecedor e
incluso eficaz, efectivo y eficiente, el trabajar in situ las problemáticas relativas a una vinculación en este
sentido.
Es
curioso cuando se presentan vía ponencias, artículos o ensayos, en eventos o
publicaciones, trabajos de aplicación o generación del conocimiento en
organizaciones donde a la pregunta de “proporción tiempo organización/cubículo”
destinado a ese proceso de vinculación deja mucho que desear. ¿Se imaginan que
todo trabajo de vinculación que se
presentara dijera cuantas horas se le dedico al mismo in situ y cuánto se le dedico en el cubículo?
Repito:
No todas las vinculaciones deben hacerse in
situ, conozco muchas que incluso es mejor hacerlas en la universidad, pero
eso lo determina la naturaleza del proyecto de vinculación, no la comodidad de
quien lidera dicho proceso. Aspectos como condiciones del entorno de la vinculación,
relación de los actores, ambiente de la entidad u organización, etc. por
mencionar solo algunas, deben ser evaluadas para determinar la valía de
realizar estos procesos in situ.
La
vinculación que hacen las universidades debe ser pensada y entendida desde el
punto de vista de un proceso en sí mismo más que un fin, el proceso es abordar
las problemáticas del entorno para buscar solución y al mismo tiempo dinamizar
la actualización conceptual del área académica para que esté al día.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este
artículo puede verse en video en https://youtu.be/9KJ--pDxvNU
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