Si
pudiéramos quedarnos con una sola característica de las universidades públicas
autónomas, ésta sin duda sería precisamente la de la autonomía. Dicha autonomía
les confiere una libertad para formar profesionistas, realizar investigación de
vanguardia y extender los beneficios de la ciencia y la cultura sin sesgos
sociales, políticos, culturales o religiosos. Pero para que esta autonomía sea
real y plena la universidad no debe estar atada a la buena voluntad de las instancias
de gobierno que les radican los recursos correspondientes.
En
la segunda mitad del año 2010 fue muy difundido el conflicto entre la
Universidad de Guadalajara y el Gobierno del Estado de Jalisco que culminó en
una megamarcha de protesta ya que los primeros exigían a los segundos 701
millones de pesos que les tenían presupuestado pero que el gobierno no les
había entregado. De la misma forma a finales de 2013 e inicio de 2014 ha sido
sumamente comentado el adeudo histórico que el Gobierno del Estado de Sonora
mantiene con el Instituto Tecnológico de Sonora dónde las cifras van y vienen
llegándose a manejar montos de hasta mil millones de pesos.
Para
relacionar lo anterior con la autonomía universitaria podemos señalar el
desarrollo histórico de esto. Como referentes podemos decir que en 1953, la
Unión de Universidades de América acotó que el concepto de autonomía
universitaria el cual alude al “derecho de… …dictar su propio régimen interno y
a regular exclusivamente sobre él; es el poder de la Universidad de organizarse
y de administrarse a sí misma. Dicha autonomía es consustancial a su propia
existencia y no a una merced que le sea otorgada –y debe ser asegurada– como
una de las garantías constitucionales”. De la misma forma el Consejo Universitario
de la Universidad Nacional Autónoma de México, señaló en 1966 que “autonomía
universitaria es esencialmente la libertad de enseñar, investigar y difundir la
cultura. Esta autonomía académica no existe de un modo completo si la
universidad no tuviera el derecho de organizarse, de funcionar y de aplicar sus
recursos económicos como lo estime más conveniente, es decir, si no poseyera
una autonomía administrativa; y si no disfrutara de una autonomía legislativa,
que es su capacidad para dictarse sus propios ordenamientos”.
Como
podemos ver, la autonomía universitaria busca ante todo liberar la actividad
académica de docencia, investigación y extensión, de los vaivenes políticos,
sociales o religiosos para darle, o más bien garantizarle, la objetividad
requerida para el avance de la ciencia y la cultura. De la misma forma para
cumplir sus funciones las universidades autónomas han sido conferidas de esa
facultad de autodeterminación, y por su carácter público han sido dotadas de
presupuestos que fluyen del erario público para que puedan solventar las
erogaciones inherentes a sus funciones.
Si
juntamos ambas ideas, es decir la autonomía y los recursos que requiere la
universidad, podemos ver que si no existen mecanismos que garanticen que los
recursos fluyan de manera tal cual están programados y presupuestados, la
autonomía no deja de ser más que un bello discurso ya que la universidad sigue
sometida a las instancias de gobierno en turno en tanto ellas deciden cuándo y
cuánto.
Imaginemos
un escenario donde la universidad quiere libremente formar, investigar o
extender la ciencia y la cultura pero se niega a someterse a tal o cual
gobierno, ahora imaginemos que ese gobierno puede decidir en represalia cuándo
le radica los recursos presupuestados y cuánto de esos recursos le entregará,
¿podríamos pensar que la universidad estaría realmente libre para efectuar las
labores para las que está constituida? Yo lo dudo mucho
El
tema de los recursos que estando presupuestados para las universidades deben
fluir hacia ellas, es complejo dado que involucra cuestiones legales, pero de
la misma forma debe haber un mecanismo que obligue a los diferentes niveles de
gobierno responsables de financiar la educación superior a entregar en tiempo y
forma los presupuestos que se le han asignado a las universidades públicas
autónomas de otra forma la concesión de la autonomía será algo propio del
discurso más no de la realidad universitaria.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
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• I+D+i • Consultoría
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Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
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