Dicen
que con el otorgamiento de un gran poder siempre viene una gran
responsabilidad, y esto es verdad. Este otorgamiento de poder puede referirse a
situaciones en nuestra vida, profesional o personal, donde nuestra
participación en X o Y proceso deviene en un resultado u otro, como en el caso
de las universidades cuando se formulan perfiles o se establecen procesos que
deberán cumplir los docentes que se contratarán.
Todas
las cosas siempre tendrán algo positivo y algo negativo, lo bueno y lo malo
como se dice popularmente, las universidades, sobre todo las universidades
públicas no son la excepción. En esta ocasión quiero referirme exclusivamente a
los perfiles y los procesos que deberán cumplir los docentes que deberán ser
contratados para trabajar de tiempo completo en ellas. Perfiles y procesos que,
dado eso bueno y malo que mencionaremos, pueden mejorar la universidad o irla
empeorando cada vez más.
Lo
bueno de una universidad pública, en cuanto a la contratación de profesores
como parte de su planta docente, es que ofrece una estabilidad que ni las
universidades particulares pueden ofrecer. Al estar subsidiadas por el gobierno
la universidad sabe que tendrá de manera constante un flujo de recursos que le
permitirá enfrentar su gasto corriente, entre lo que están los sueldos y
salarios.
Lo
malo de esto es que quienes hacen los perfiles y los procesos de los profesores
que serán contratados no sienten esa necesidad e cuidar los recursos ya que no
son de ellos, por lo que en ocasiones buscarán que sus amigos o allegados sean
los que ingresen a la universidad pues en su mente está la seguridad del empleo
comentada anteriormente antes que el bienestar de la universidad en cuanto a
calidad, competitividad e innovación.
No
digo que esto siempre sea así, pero sí que debemos cuidar los procesos para no
dar pauta a que suceda. Refiriéndonos al primer punto, generalmente un proceso
de definición de perfiles de maestros a contratar toma en cuenta a la planta
académica donde se integrará. Se supone que ésa planta académica estará
consciente de sus necesidades presentes y, sobre todo, futuras, lo que
permitirá un perfil exigente para que quien entre impregne de dinamismo las
variables mencionadas anteriormente de calidad, competitividad e innovación.
Pero también puede ocurrir que las relaciones personales influyan y el grupo, o
parte el grupo, quiera que tal o cual persona entre a la institución con lo que
el proceso puede sesgarse.
De
la misma forma el proceso lleva una parte donde generalmente los superiores
jerárquicos tienen incidencia, pudiendo inclinar levemente la balanza hacia un
lado u otro si es que tienen también interés de beneficiar a algún amigo o
conocido. Por eso es que el título hace referencia a que ni un grupo ni un
superior deben buscar crear el perfil por sí solos para no generar esos
espacios nocivos, sino buscar el justo medio donde los intereses universitarios
converjan en los perfiles de las gentes que serán contratadas.
Pero
bueno, eso solo es la parte del perfil, ahora la cuestión es que el proceso que
se abra permita participar a cuanta gente lo cumpla para estar en posibilidad
de poder escoger a los mejores. Lo cual en muchas ocasiones es lo que puede dar
al traste todo, ¿por qué menciono esto?, pues porque en muchas ocasiones las
universidades que abren plazas a convocar requieren que el proceso o parte del
mismo se haga ahí mismo en la universidad (exámenes psicométricos, etc.) lo cual
reduce en extremo las gentes que pueden acceder al mismo.
¿Cuál
es la solución?, mi respuesta-propuesta siempre ha girado en torno a aprovechar
las tecnologías de la información y la comunicación para hacer todo el proceso,
el 100%, a distancia. Ahora bien, ¿y si
hay exámenes que pudieran amañarse, por ejemplo los de salud? Pues sencillo: se
establece un compromiso para el que quede, cuando venga a la ciudad sede de la
universidad, se haga de nuevo los exámenes en la misma que se consideren
relevantes de refrendar para otorgar la plaza la cual se le negaría en caso de
descubrir algo como lo anteriormente mencionado.
Así
que en la actualidad no hay ningún inconveniente para que las plazas académicas
universitarias que se concursen, cuyos perfiles serán resultado de amplios,
objetivos e institucionales consensos,
sean competidas por gente de todo un país, ¿o porque no?, de todo el
mundo, garantizando que sean los mejores quienes ingresen a nuestras
instituciones de educación superior.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este
artículo puede verse en video en https://youtu.be/NjhMgcHlOXQ
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