Las
más nobles metas que persigue, o debería perseguir una universidad, nos hablan que al frente de las mismas deben
estar las personas que reúnan a satisfacción las condiciones de conocimiento,
congruencia, compromiso y carácter, de ahí que las percepciones salariales que
se les asignen deben estar en función de tres características: ser justas, ser
legales y ser éticas.
Hace
poco circuló una nota a nivel nacional donde se señalaba como es que tres
rectores de universidades públicas ganaban sueldos por encima del de Presidente
de la República, más allá de las implicaciones sociales que pudiera tener una
información como ésta, están las implicaciones legales pues el artículo
señalaba como es que la Constitución prohíbe a los funcionarios públicos (en el
que caen los funcionarios de las universidades públicas) el devengar sueldos
cuyo importe exceda el del Presidente de la República.
Cuando
salió la nota ésta fue extensamente comentada, mientras unos validaban ese
nivel de sueldos argumentando las responsabilidades que tienen los rectores de
las universidades inherentes al puesto, otros por su parte defenestraban esa
situación señalando las grandes carencias que enfrenta el pueblo y la fuente
pública de los recursos de los que hablamos.
Sé
que éste es un tema escabroso pues implica dinero, pero no solo dinero sino
dinero que proviene del pueblo vía impuestos y que se canaliza a nuestras
instituciones de educación superior vía participaciones federales y estatales,
aún así la noticia mueve a reflexionar. A título personal, puedo señalar que en
esto de las percepciones salariales de los funcionarios universitarios deben
perseguirse tres fines: ser legales, ser justas y ser éticas.
Legales. La
cuestión legal es algo que prioritaria y primeramente debe atenderse. Si el
argumento esgrimido por el artículo en cuestión en cuanto a que como
funcionarios públicos quienes trabajen como tales en una universidad no pueden
devengar un sueldo por encima del de Presidente de la República, es válido éste
debe atenderse. No podría pensar en ningún caso en que una universidad
incumpliese una norma como lo es nuestra Constitución y aún así presentarse
ante la comunidad como opción no solo para la formación de sus jóvenes, la
investigación y desarrollo de soluciones innovadoras, o la extensión de la
ciencia y la cultura, sino como líder para resolver los grandes retos que ese
conglomerado social enfrenta.
Justa.
Hay quienes ante noticias como ésta señalan unos niveles de sueldos que
“deberían” percibir los funcionarios universitarios que más que justos mueven a
risa. Entendamos una cosa: puestos con sueldos precarios dan lugar solo a que
gente mediocre quiera acceder a ellos, ¿por qué? pues porque la gente más capaz
siempre tendrá la forma de generar su propia riqueza no queriendo comprometerse
con puestos que no pagaran ni lo que hacen, ni lo que logran, ni lo que
realmente valen. De la misma forma el puesto por sí mismo lleva inherente obligaciones
y responsabilidades que deben ser compensadas de una forma correcta para poder
decir que esto es justo.
Ética.
Con todo y todo no podemos dejar por fuera la cuestión ética. Ante las
carencias que guardan en muchas ocasiones nuestras universidades y las
comunidades en las que están insertas, la cuestión del nivel de percepciones
salariales de los funcionarios públicos debe ser sensible a esas circunstancias
y no lastimar al conglomerado social con percepciones salariales excesivas y
por ende abusivas.
La
solución a esto es sencilla. Existen servicios de consultoría especializados en
diseño de puestos y asignación de percepciones salariales las cuales,
considerando los tres elementos anteriores y desde una óptica objetiva, pueden
determinar y proponer sobre bases firmes, justificables y entendibles los
diferentes niveles de sueldos y prestaciones para los funcionarios
universitarios.
La
cuestión de las percepciones salariales de los funcionarios universitarios es
compleja ya que obliga a balancear las tres variables relativas a lo legal, la
justicia y la ética en una búsqueda que permita reconocer el desempeño de
quienes ostentan los diferentes niveles de autoridad en nuestras instituciones
de educación superior.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este
artículo puede verse en video en https://youtu.be/mLM3olEwJSw
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