El
sentido de responsabilidad de nuestras universidades, sobre todo de las
universidades públicas quienes reciben cuantiosos recursos para realizar sus
funciones sustantivas, implica que lo que hace tenga utilidad social, que le
sirva a la comunidad en la que está inserta para construirse como un
conglomerado cada vez mejor, en este sentido la generación de conocimiento a
través de la operativización conlleva a la aplicación del mismo.
Comentaba
anteriormente que en cuestión de generación y aplicación del conocimiento, que
la aplicación de conocimiento, sea este el que sea, lleva de una manera natural
a la generación de nuevo conocimiento a través del seguimiento. Es así como
algo que se implementa, si se le da seguimiento, pueden verse variables,
correlaciones o problemas que justifican preguntas que harán necesarios
procesos de investigación para responderlas.
Pero
esa solo es una forma de enlazar generación y aplicación de conocimiento,
existe otra que parte de la generación y llega a la aplicación y esto a través
de la operativización.
En
un foro se criticaba la excesiva incidencia que se da en las universidades a la
generación de conocimiento (investigaciones para decirlo en otras palabras) sin
que en muchas ocasiones ese conocimiento se vuelva algo tangible de uso o valor
para la comunidad que finalmente es la que termina financiando todas las
labores universitarias, incluyendo la investigación. Y es verdad, solo basta
ver todas las investigaciones que constantemente se hacen con la finalidad de
arrojar nuevas luces sobre viejos problemas pero que hasta ahí se quedan sin
dar el paso siguiente: operativizar el conocimiento.
En
ese foro mencioné, al igual que lo hice anteriormente, que esto se debe a los
recursos que se destinan, por ejemplo Sistema Nacional de Investigadores, a
premiar la generación de conocimiento. Dado que los programas de estímulo al
desempeño premian la formación, la aplicación prácticamente queda huérfana de
reconocimiento, sobre todo monetario.
Pero
esta inercia puede romperse con lo propuesto en párrafo anterior que es de
operativizar el conocimiento. Cuando me refiero a operativizar me refiero a
hacerlo práctico, aplicable, de tal forma que ese conocimiento puede responder
al reclamo de la sociedad cuando nos pregunta “¿y esto para qué me sirve?”.
Esta
operativización, ojo, no necesariamente debe hacerla quien genera el
conocimiento, aunque eso sería lo ideal. Partiendo de la idea de que una
universidad incorpora en sus filas gentes con diferentes capacidades, esto
puede hacerse en un equipo de trabajo donde unos generen y otros operativicen,
es decir, transfieran ese conocimiento generado a algo de valor y utilidad por
la comunidad.
Claro
que si el investigador también puedes ser aplicador pues mucho mejor ya que
estando en ambos lados del espectro de generación y aplicación del conocimiento
puede enriquecer grandemente su labor en beneficio personal, institucional y social.
La
generación y aplicación del conocimiento, como la conjunción copulativa de la
letra “y” denota, es una labor que si
bien es básica de las universidades, debe cuidarse para no inclinarse hacia una
en detrimento de la otra, la operativización de la generación del conocimiento
nos permite su aplicación y de esta forma mantener ese equilibrio.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este
artículo puede verse en video en https://youtu.be/FvKt3lzRA7k
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