El
discurso actual de nuestras universidades, sobre todo cuando de solicitud de
recursos financieros por parte de ellas se refiere, gira en torno a la
responsabilidad que como tales tienen en las comunidades en las que están
insertas, pero debemos reconocer, aceptar y reflexionar sobre la critica que la
sociedad tiende a hacer a las instituciones de educación superior cuando el
impacto del quehacer de estas últimas no se siente en ellas.
En
una ocasión, en un evento en una universidad donde se estaban analizando nuevos
lineamientos para el desarrollo académico individual y colegiado, pasaron unas
filminas muy interesantes que me hicieron reflexionar. En esas filminas se
veía, con relación a las universidades del país, un comparativo de la capacidad
académica, la evolución del porcentaje de profesores con doctorado y aquellos
en el Sistema Nacional de Investigadores, de 2004 a 2013, y el cambio en
cuerpos académicos reconocidos de 2002 a 2012.
En
todos los casos, debo decir, los indicadores mostraban marcadas diferencias a
favor, es decir, cada vez mayor capacidad académica, mayores profesores con
doctorado y en el Sistema Nacional de Investigadores y cada vez más cuerpos
académicos reconocidos. Todo bien hasta aquí. Pero lo que me hizo reflexionar
fue precisamente correlacionar eso con los indicadores económicos y sociales de
nuestro país.
Por
ejemplo, en 2005 México ocupaba el lugar número 55 del Índice Mundial de
Competitividad, de 2006 a 2012 se movió, en ese orden, en los siguientes
lugares: 58, 52, 60, 60, 66, 58 y 53, para quedar en 2013 ¡en el lugar 55! Es
decir después de 8 años seguíamos igual. En cuanto al Índice de Desarrollo
Humano, si bien hay incremento en indicadores, estos son más bien escasos, por
ejemplo, de 2000 a 2010 el componente relativo al ingreso prácticamente no se
movió, el de salud apenas pasó de .82 a .84, y el de educación, que fue el que
más se movió, pasó de .84 a .88, dando un movimiento general del Índice de
Desarrollo Humano de .81 a .83, casi estático.
Si
pensamos un poco en ello podemos ver cómo es que todas las universidades que
concentran los primeros gráficos están dispersas por todo el país y abarcan
todas las áreas del conocimiento, además las mismas están trabajando la
generación y aplicación del conocimiento, se supone, de manera relevante,
coherente y pertinente, luego entonces ¿cómo entender el comparativo de los
indicadores de las universidades con los de la sociedad cuando no hay esa
correspondencia que se esperaría?
Comenté
eso en esa reunión y fui más allá señalando el consecuente paso lógico que todo
esto implica: la evaluación de lo que las universidades están haciendo, sobre
todo una evaluación que tenga que ver con el impacto que sus acciones está
teniendo en la sociedad.
Todos
conocemos lo que las universidades hacen pero en muchas ocasiones ni siquiera
ellas saben el impacto que lo que hacen tiene en la sociedad, es más, ni
siquiera saben en muchos casos siquiera si lo que hacen tiene impacto, pero
ante análisis como este surge la necesidad de pasar a una evaluación que
relacione el quehacer universitario con la incidencia del mismo en la
comunidad.
Conferencias,
investigaciones, ponencias, talleres, publicaciones, clases, etcétera,
etcétera, etcétera, todo ello se cuestiona cuando no hay manera de saber el
impacto que tiene, y se cuestiona por una simple razón: las universidades,
sobre todo las públicas, nos cuestan a todos y se supone que ese recurso es una
inversión que redituará en beneficio de la comunidad, luego entonces ese
beneficio debe ser palpable, medible, cuantificable, si no solo estamos
hablando en el aire.
La
evaluación del impacto que en las comunidades en que están insertas las
instituciones de educación superior se espera, es el paso lógico en los
procesos de evaluación del quehacer universitario, paso lógico aunque doloroso
y difícil pues implica construir procesos que ahorita no existen y cambiar
formas de pensar y de actuar, doloroso y difícil pero no imposible, y más aún:
necesario en los tiempos que estamos viviendo.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este
artículo puede verse en video en https://youtu.be/oQGsJfgsbN0
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