El
mundo ha entrado rápidamente en la globalización y la era de la información, esto
se ha caracterizado por una verdadera revolución en el uso de la información como
fuente de desarrollo.
Los
procesos de producción, la organización del trabajo, la provisión de servicios
y cada vez más actividades cruciales giran, para su exitosa ejecución, en tomo
al manejo de información. Sin duda la mayoría de los que participan en la
formación de los futuros profesionistas estarán de acuerdo en que se deben
desarrollar en el alumno una serie de competencias laborales que lo lleven a
realizar trabajos de gran capacidad, eficiencia y calidad, después de todo, una
combinación adecuada de habilidades, conocimientos teóricos y capacidad de
aprovechamiento de la tecnología proporciona más valor y mejores resultados al
usuario. Alcanzar estas exigencias requiere de transformaciones no sólo en el
orden material de los centros escolares, sino en la aplicación de estilos de
dirección y el comportamiento profesional de los docentes que apunten a un
mejoramiento efectivo de su desempeño profesional para enfrentar el reto por la
calidad de la educación.
Es
así como el desempeño profesional basado en la atención a las competencias laborales
se convierte en una de las principales vías para el desarrollo profesional y
humano de los docentes. En esta serie de tres capitulo abordaremos la educación
basada en competencias desde tres perspectivas: una aproximación conceptual, la
estructura del proceso, y el modelo RCP (Relevancia-Pertinencia-
Coherencia)
cuyo autor es un servidor y que ha sido reconocido a nivel nacional.
Esta
necesidad de modernizar y reformar el sistema de formación y capacitación surge,
como señala la Organización Internacional del Trabajo, en primer lugar, porque
se está dando un cambio muy importante en la economía mundial caracterizado por
el tránsito desde una economía dominada por la oferta a una economía basada en
la demanda; en segundo lugar, porque las transformaciones del mercado exigen a
las empresas adoptar modelos de producción flexible que, a su vez, requieren
esquemas de organización flexible y abierta que se basan en redes y equipos de
trabajo, ya no en la concepción atomística y aislada del puesto de trabajo; y,
en tercer lugar, por la constante transformación en el contenido de los puestos
de trabajo donde el individuo debe ser capaz de incorporar y aportar, cada vez
más, sus conocimientos al proceso de producción y de participar en el análisis
y solución de los problemas que obstaculizan el aumento de la calidad y la productividad
dentro de la empresa. Pero, ¿qué significa el término competencia?, ¿cómo se
desarrolló?, ¿cuántas clases hay?, ¿cómo se construyen?, y ¿cómo se insertan en
los procesos formativos?
Siguiendo
con la Organización lnternacional del Trabajo, el concepto de competencia
engloba no sólo las capacidades requeridas para el ejercicio de una actividad
profesional, sino también un conjunto de comportamientos, facultad de análisis,
toma de decisiones, transmisión de información, etc., considerados necesarios
para el pleno desempeño de la ocupación. Si bien no existe una definición
oficial de lo que competencia significa, si hay varios acercamientos que permiten
dilucidar elementos comunes en todos ellos a manera de referencia.
Para
la Organización lnternacional del Trabajo, competencia puede definirse como la
construcción social de aprendizajes significativos y útiles para el desempeño productivo
en una situación real de trabajo que se obtiene no sólo a través de la instrucción,
sino también -y en gran medida- mediante el aprendizaje por experiencia en
situaciones concretas de trabajo. Por su parte Andrew Gonczi y James Atnanasou
la conciben como una compleja estructura de atributos necesarios para el
desempeño de situaciones específicas, como una compleja combinación de
atributos (conocimiento, actitudes, valores y habilidades) y las tareas que se
tienen que desempeñar en determinadas situaciones. Mientras que para Boyatzis,
competencia es la destreza para demostrar la secuencia de un sistema del
comportamiento que funcionalmente está relacionado con el desempeño o con el
resultado propuesto para alcanzar una meta, y debe demostrarse en algo
observable, algo que una persona dentro del entorno social pueda observar y
juzgar. Para nosotros se entenderá por competencia al desempeño eficiente de
una actividad que genera un resultado susceptible de ser valorado.
Independientemente
de las diferencias semánticas en su construcción, todas las definiciones
incluyen los siguientes elementos: La existencia de un proceso mediante el cual
se desarrollan los conocimientos, habilidades, actitudes y valores que
generarán una competencia, la implicación en dicho proceso de actores participantes,
principalmente, aunque no exclusivamente, el docente y el alumno, el
reconocimiento del fin último de la creación de competencias como el de generar
productos-resultados susceptibles de valorarse, y por ende, la existencia de
parámetros de comparación que puedan establecer el grado de desarrollo y dominio
de la competencia.
Padrón
Herrera señala en su trabajo Reflexiones sobre la Educación basada en Competencias,
que en los últimos años el tema sobre competencias como elemento dinamizador de
las actividades que tratan de buscar la capacidad práctica, el saber y las
actitudes necesarias para desenvolverse en el trabajo de una ocupación o grupo
de ocupaciones en cualquier rama de la actividad económica, ha matizado un
número cada vez más creciente de cambios en los sistemas de formación de
trabajadores y la utilización de medios, métodos y formas de enseñanza
dirigidas a que el aprendiz o trabajador adquiera la capacidad necesaria para
el trabajo a través de la interacción de sus conocimientos, habilidades,
actitudes y valores.
En
Canadá, Estados Unidos de Norteamérica, Inglaterra y Australia, el desarrollo de
competencias tiene antecedentes de varias décadas cuando éstas aparecen primeramente
relacionadas con los procesos productivos en las empresas, particularmente en
el campo tecnológico, en donde el desarrollo del conocimiento ha sido muy
acelerado. Posteriormente se presenta la necesidad de capacitar de manera
continua al personal, independientemente del título, diploma o experiencia laboral
previos. Éste es el contexto en el que nacen las denominadas competencias
laborales, concepto que presenta varias definiciones, entre las que sobresale
la de IBERFOP-OEI, en el trabajo "Metodología para definir competencias",
como la capacidad electiva para llevar a cabo exitosamente una actividad
laboral plenamente identificada.
Reino
Unido: Las mejoras introducidas, desde los primeros años de la década de los
años ochentas, que fueron cristalizadas en reformas educativas hacia mediados
de la década, tienden a los siguientes objetivos: (1) crear una fuerza laboral
más competitiva en el ámbito internacional, (2) contar con una mano de obra más
flexible, (3) dar crédito y apoyo práctico al concepto de formación continua,
sin requisitos de ingreso y con métodos de capacitación más flexibles y accesibles,
(4) pasar de un sistema de capacitación regido por la oferta a uno que refleje
las necesidades del mercado laboral y responda a ellas, y (5) desarrollar un sistema
de capacitación caracterizado por la eficiencia y la rentabilidad, que goce de
una sólida reputación y del mismo nivel que la formación académica. Para lo cual
fue creado el National Council for Vocational Qualifications (NCVQ) en 1986 con
la finalidad de reformar el sistema de titulaciones profesionales que existía
en
Inglaterra,
Gales e Irlanda del Norte.
Australia:
Los primeros antecedentes se encuentran en un documento del Consejo
Australiano
de Sindicatos (ACTU), que se pronunció en 1987 a favor de la reforma al sistema
de certificación de ese país y, adicionalmente, solicitó llevar a cabo un mayor
esfuerzo de capacitación en las empresas. Siguieron luego varios documentos
gubernamentales donde se establecían los deseos de alentar la formación basada
en la competencia como parte de un conjunto de reformas más amplias para
mejorar la cantidad y calidad de la capacitación. En 1990 fue organizada una
misión gubernamental que conoció e investigo diversas experiencias de
capacitación en el extranjero y declaró en su informe que un enfoque de
competencia para la educación y capacitación, basado en las normas dictadas por
las empresas, ayudaría a abordar muchos de los problemas de la formación
profesional. Posteriormente se publicaron los lineamientos para la implantación
del sistema.
México
El diagnóstico efectuado a la capacitación, aunado con la clara visión de los
cambios que se registraban en el entorno a nivel de las relaciones económicas y
en el mercado de trabajo, propició el diseño y formulación del proyecto de
Modernización
de la Educación Tecnológica y la Capacitación. Para su ejecución el Gobierno de
México instaló el Consejo de Normalización y Certificación de
Competencia
Laboral, el 2 de Agosto de 1995. Tal como lo señala Agustín lbarra en “El
Sistema Normalizado de Competencia Laboral", el Sistema Normalizado de
Certificación
de Competencia Laboral fue propuesto con las siguientes características: (1)
Enfocado en la demanda, basado en resultados e integrado por los mismos
usuarios; (2) que posibilite en el mediano plazo una mayor coordinación
institucional, así como una mayor permeabilidad entre centros de trabajo y
oferta de capacitación, (3) que provea al mercado información veraz y oportuna
sobre lo que los individuos saben hacer en el ámbito de trabajo y oriente la
toma de decisiones de los agentes económicos, (4) que permita contar con programas
flexibles, de mayor calidad y pertinentes con las necesidades de la población y
de la planta productiva, (5) un sistema con mayor posibilidad de actualización
y adaptación, (6) que conciba a la capacitación no como una actividad finita,
de corta duración, sino como un proceso de largo plazo que abarque toda la vida
productiva del individuo y facilite la acumulación de conocimientos, así como
el desarrollo de competencia laboral que amplíe las oportunidades de superación
y progreso personal y profesional de los trabajadores.
La
educación basada en competencias hasta hace poco había quedado circunscrita a
los niveles medios con un enfoque demasiado técnico, en la actualidad esta
situación ha cambiado. La Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación
Superior, reconoce en su Programa Estratégico de Desarrollo de la Educación
Superior, de 1999, que los nuevos requerimientos de formación y calificación
para el trabajo empujará a un cambio en la forma de certificación de los
conocimientos y habilidades donde el actual esquema de certificación a cargo de
las instituciones educativas sería complementado por un esquema de
certificación basado en competencias laborales, ya que se esperaba que para el
2010 no bastase el título o grado otorgado por una institución de educación
superior sino que estuviera operando un sistema nacional de reconocimiento de
la formación y habilitación científica y profesional muy ligado con los campos
profesionales y con los sectores productivos de bienes y servicios.
Por
último, hay que reconocer que la formación por competencias, inició en estas tres
economías centrada en la creación de conocimientos, habilidades y destrezas para
la vinculación a un empleo; ahora, además de haber pasado de un concepto inicialista
a uno de formación continua, ha ampliado su significado y alcances hacia
aspectos como el desarrollo tecnológico y el complejo mundo de las relaciones
laborales. Ahora esta formación busca la generación de competencias en los
trabajadores no la simple conjunción de habilidades, destrezas y conocimientos.
Como señala Fernando Vargas Zúñiga, en “La formación por competencias:
Instrumento para incrementar la empleabilidad", la configuración adquirida
por las ocupaciones exige a los trabajadores un más amplio rango de capacidades
que involucran no solo conocimientos y habilidades sino también la comprensión
de lo que están haciendo. Paulatinamente se piden más competencias de contenido
social asociadas a la comunicación, capacidad de diálogo, capacidad de
negociación, pensamiento asertivo y facilidad para plantear
y
resolver problemas.
Lo
interesante de abordar una educación basada en competencias es saber identificar
los elementos que componen la estructura del proceso y la manera de operativizar
de manera práctica el mismo, estos temas los abordaremos en la siguiente
segunda y tercera parte.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
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