viernes, 2 de junio de 2017

¡Piensa en función de procesos, no en función de personas!


La universidad, como máximo referente del pensamiento humano, debe ser capaz de mostrar las formas y maneras correctas en que pueden y deben hacerse las cosas, y ese mostrar debe basarse en las capacidad de generar procesos que garanticen eso más que pensar en personas que lo hagan.

 En mi vida académica me ha tocado la fortuna de ver los procesos universitarios desde diferentes puntos: como académico, como responsable de programa, como líder de cuerpo académico e incluso como funcionario. En todos esos momentos mi esfuerzo se ha centrado en generar procesos que garanticen que las cosas se hagan bien, más que dejar esto último al perfil de quienes estarán luego en los puestos.

Paso a explicar lo anterior: en muchas ocasiones, cuando se van a hacer cambio de funcionarios o responsables en tal o cual puesto universitario, luego luego comienzan a salir los candidatos a suceder a quien estaba y los grupos que apoyan a tal o cual. Cuando uno pregunta a los grupos por que apoyan a tal o cual candidato, el argumento principal es que ese a quien apoyan consideran que es quien hará lo que desean para el bien del área o del proceso institucional. Pero esto no debería ser así.

Pensar de la manera anterior es dejar la eficiencia y efectividad de los procesos (el hacer bien las cosas) a la buena voluntad (y capacidad, porque no) de quien esté al frente de los mismos. Por el contrario, cuando se generan  procesos que garanticen lo anterior prácticamente no importa quién esté al frente de los mismos pues ya está establecido como pueden y debe hacerse las cosas.

Pensar en función de procesos nos libera pues permite entonces sí, que escojamos al mejor para estar al frente de los mismos, caso contrario cuando no se piensa en procesos sino en personas que la preocupación se centra en que quede tal o cual amigo o conocido para poder así obtener de él su apoyo.

Pensar en procesos es algo así como establecer las reglas del juego a detalle para que las cosas se hagan bien, y esto no es de gratis sino que es un requisito sin el cual no se puede darse la función universitaria pues quien llega a un puesto debe saber claramente qué debe hacer y (más importante aún) cómo debe hacerlo.

Cuando uno participa en establecer las reglas anteriores sucede algo mágico (por llamarlo en cierta forma): esas reglas surgen de manera impecable pues ninguno de los participantes sabe quién quedará en un futuro en tal o cual puesto por lo que desean garantizar la mayor objetividad para el mismo.

Si uno ve en una universidad enfrentados grupos para que en tal o cual puesto quede tal o cual persona, significa que los procesos universitarios no están diseñados para que éstos se desempeñen con alto nivel de compromiso y responsabilidad, caso contrario no importaría quien llegara a ese puesto, o mejor dicho, se optaría siempre por el mejor y el más capaz.

La universidad como referente de desempeño individual, organizacional y social, debe mostrar las formas en las cuales se garantices las mejores prácticas en el ser y el quehacer, y esto solo será posible cuando se piense en función de procesos y no en función de personas.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/D7Qe-_OhMK4

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