La noción de
patriotismo no es, no debe ser, una cuestión pasada de moda, eso que
denominamos patriotismo es ese vínculo que nos conecta con nuestra historia,
con nuestra gente y los valores que profesamos y que nos concede ese sentido de
identidad, orgullo y compromiso. Los procesos formativos en este sentido no
terminan una vez que uno ingresa en la universidad sino que por el contrario
pueden ser potencializados y proyectados hacia la vida productiva y social de
los egresados.
Un cambio muy sutil,
pero perceptible: uno ingresa en la universidad, sea ésta pública o privada, y
de repente aquellas cuestiones relacionadas con el sentido patrio parecen
quedarse detrás de la valla de ingreso. Se acaban los honores a la bandera así
como su juramento, ni que decir de las actividades relativas a nuestra
historia, lo único que pervive, lo tristemente único que pervive, es el respeto
irrestricto (eso sí) a los días de asueto oficiales.
En una ocasión hablando
de esto con un maestro su “justificación”, por demás pueril, era que ya no se
podía obligar a los jóvenes por ser ya adultos a las ceremonias relacionadas
con el sentido patrio. Comento que esa “justificación” fue bastante pueril por
que por otro lado las universidades obligan a los jóvenes a muchas cosas aunque
sean adultos, desde horarios, requisitos de ingreso y permanencia,
comportamiento en clases e instalaciones y un sinfín de etcéteras, pero aún
así, concediendo sin conceder el argumento del maestro ¡no se trata de obligar
al joven a esto o lo otro sino que la universidad recupere el sentido patrio
perdido!
¿Qué le costaría a la
universidad hacer honores? Caray, aunque sea con sus funcionarios principales,
¿o efectuar en alguna fecha importante algún evento cívico? Nada, no le
costaría nada y por el contrario y aunque no participaran los jóvenes, el
ejemplo que vieran hablaría por sí mismo.
Las ceremonias
cívicas que giran en torno al sentido patrio puede que en primaria o secundaria
parezcan repetitivas y tal vez sin mucho sentido actual, pero en esas etapas
apenas se están sembrando las semillas de ese patriotismo que nos permite
solidarizarnos como nación y darnos coherencia como sociedad.
En la universidad
esto puede dinamizarse ya que quienes están en ella, los jóvenes, tienen una
perspectiva en el corto plazo de egresar e incorporarse como profesionistas a
la sociedad, de ahí que la aplicación práctica de los valores cívicos y patrios
es algo que puede utilizarse para ya no solo ver al pasado sino proyectar y
proyectarnos hacia el futuro.
El sentido patrio no
está muerto, podrá estar olvidado en muchas de nuestras universidades, pero la
urgencia de recuperarlo va más allá de la necesidad de reincorporar eventos
cívicos sino que tiene que ver con nuestra misma existencia como sociedad
basada en el respeto, el compromiso, la solidaridad, la cooperación, la
justicia y la lucha por un mejor futuro.
Las grandes naciones
no han llegado a serlo renunciando a lo que las aglutina como sociedad, y eso
es su historia, sus valores como nación, su sentido patrio como sociedad, lo
mejor que podemos hacer en nuestras universidades es fomentar en los jóvenes
ese sentido de compromiso con la sociedad para poder así contar con ellos en la
construcción de la nación que todos deseamos.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
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Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
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