viernes, 1 de septiembre de 2017

La Triple Hélice Individual: Cultura-Educación-Desarrollo


Cualquier proyecto sea este personal, organizacional, institucional, gubernamental, requerirá de la confluencia de varios factores, fuerzas y variables; pero subyacente a todo proyecto siempre estará el factor humano qué es lo que lo piensa, lo diseña, lo opera, lo evalúa y lo mejora, de ahí que la prioridad en la habilitación de las personas sea trabajar por dinamizarlas a través de la cultura, la educación y el desarrollo.

Ya en otras ocasiones he compartido las ideas sobre el concepto de la triple hélice, modelo donde confluyen como actores rectores del mismo, el gobierno, las universidades y el sector privado. Pensando en este modelo, e incluso en cualquier modelo que queramos, tendremos que reconocer que su soporte y sustento siempre será el mismo: las personas.

Es un hecho que los individuos somos entes complejos, no estamos hechos solo de carne, sino también de ideas y sentimientos, factores que en ocasiones se encuentran en conflicto dentro de uno mismo así como en conflicto con los factores de los demás. Pero esta complejidad no nos impide abordar el tema de lo que es, como me gusta llamarlo a mí, la habilitación humana, lo cual no es otra cosa que dinamizar el potencial personal que cada uno tiene.

En esta dinamización y entendiendo precisamente esa complejidad, necesariamente tendremos que hacer referencia a los aspectos que constituyen y definen a una persona, los cuales, sin ánimo de ser excesivamente simplistas podemos agrupar en aspectos materiales (lo que una persona hace), aspectos emocionales (lo que una persona siente) y aspectos cognitivos (lo que una persona piensa).

Si bien todos los factores tienen características comunes, hay algunas que les son significativas, en el caso de la cultura es precisamente la parte emocional la que la caracteriza, es decir, lo que uno siente; en el caso de la educación es la parte cognitiva, es decir, lo que uno piensa; y en el caso del desarrollo es la parte material, es decir,  lo que una persona hace.

En el caso de las universidades, la atención a los tres puntos anteriores, cultura, educación y desarrollo, pueden y deben ser atendidos desde el ámbito de su competencia para poder esgrimirse como potencializadoras del desarrollo humano.

El énfasis dado en muchas ocasiones a la cuestión meramente cognitiva desbalancea la ecuación y, más importante aún, desbalancea al individuo, pues llega a tener, en el mejor de los casos, un excelente dominio disciplinario pero un desligue total de sus emociones, sustento de los valores, la ética y la solidaridad, y sin las cuales el desempeño se vuelve frío sino es que incluso inhumano.

Sé que el trabajar la cuestión cultural, educativa y de desarrollo de las personas es tarea que engloba varios actores, actores que también participan en la triple hélice del desarrollo económico-social, pero también sé que las universidades como centros formativos pueden hacer una gran labor viendo a las personas como entes completos y complejos, no solo como futuros profesionistas sino como actuales personas y no solo como receptáculo de conocimientos sino como cúmulo de ideas, sentimientos y actividades.

La triple hélice del desarrollo individual (sustento y soporte de la triple hélice económica o social, así como de todo modelo de desarrollo), se sustenta, considera, trabaja, dinamiza y habilita el aspecto cultural, educativo y de desarrollo del ser humano. En la medida que estos elementos este integrados armónicamente podemos pensar en individuos plenos dentro de sociedades plenas.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/RqiPc_UmQ8E

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