viernes, 2 de noviembre de 2018

Decisiones fundadas y motivadas



El devenir de la humanidad nos ha traído a un punto de la historia donde como sociedad nos hemos dado una serie de ordenamientos para regir de manera consensuada nuestra vida en común, esto no es ajeno a la vida de nuestras universidades pero parece tan lejano cuando las decisiones de las autoridades no presentan un fundamento normativo ni una motivación institucional.

Me ha tocado ver en varias ocasiones oficios, circulares y demás documentos con los que las autoridades universitarias dan a conocer decisiones que atañen a la vida de las universidades que francamente dan pena en el sentido que uno no sabe ni por qué ni para qué que se hace ni mucho menos con qué facultades se hace.

Dense una vuelta por los comunicados que sobre la vida universitaria hacen las autoridades en turno de las diferentes instituciones de educación superior y podrán ver que salvo honrosas excepciones, nunca presentan ni los fundamentos ni la motivación para ello.

Por fundamentos me refiero a los marcos normativos institucionales que facultan a la autoridad a tomar tal o cual decisión. Como todos sabemos, mientras que el ciudadano común puede hacer todo aquello que la ley no le prohíba, las autoridades solo pueden hacer aquello que la ley expresamente les faculte, en nuestras universidades es lo mismo: las autoridades por más superiores que sean solo pueden hacer aquello que la ley les ha facultado, de otra forma hablamos de un acto que excede su autoridad, violenta la vida institucional e incluso puede configurar una irregularidad sino es que un delito.

En el caso de la motivación me refiero a que, aún y teniendo las facultades normativas para tal o cual acción, se presente en la misma exposición de ideas los por qué y los para qué de ello, esto con el fin de dinamizar a la institución en pos de las ideas que motivan las acciones no solo para ser entendidas por todos sino incluso hechas propias para trabajarlas en conjunto.

Con esta estructura pienso en que un comunicado que pudiéramos pensar completo y correcto debería comenzar señalando aquellos lineamientos o directrices normativas sobre las cuales se va a sustentar ese actuar (acciones debidamente fundadas), posteriormente una exposición de ideas donde quedara claro el por qué y el para qué de la decisión que se va a tomar (sobre todo a la luz de la visión y misión institucional o de metas y objetivos estratégicos o específicos de la universidad), por último, la decisión que la autoridad toma.

Es muy fácil decir “hágase esto” o “hágase aquello”, pero no estamos en un juego donde no hay mayores consecuencias sino que quienes están a cargo de una institución de educación superior no solo tienen a su cargo la viabilidad del proyecto que se les ha confiado sino que muchas de sus acciones tendrán un impacto en la sociedad a la que se deben y en la que están insertos, en este sentido por lo menos lo que puede esperarse y/o exigirse, es que toda acción de la autoridad esté debidamente fundada (legítima y legalmente) en los marcos normativos universitarios y tenga una motivación acorde a la visión y misión institucional o al menos a metas estratégicas u objetivos específicos universitarios.

La presentación de decisiones debidamente fundadas y motivadas por parte de las autoridades universitarias permite al grueso de la población institucional cohesionarse alrededor de la idea planteada y empujar en un mismo sentido el quehacer institucional, de la misma forma permite entender de dónde se viene, hacia dónde se va y bajo que reglas del juego se hace eso.



Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/oozSyDUBk5I


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