Sin
duda alguna que uno de los servicios de mayor responsabilidad y al mismo tiempo
de mayor exigencia que puede haber es el de estar al frente de una universidad.
Esa responsabilidad no termina ni se acota con la operación diaria de dicha
entidad sino que su principal reto estriba en que, al pretender liderar los
procesos de mejora de la comunidad en la que está insertar, debe ser capaz de
adelantarse a sus tiempos al mismo tiempo que resuelve los problemas que dicha
sociedad le va presentando. En ese sentido una de las características que debe
reunir quien desee estar al frente de una institución de educación superior sin
duda será los conocimientos que posea.
Hablando
del tema de liderar una universidad en una ocasión alguien me señalaba que lo
importante es que quien desee estar al frente de una institución así debe tener
experiencia, sí, de acuerdo, pero luego entonces no podemos detenernos en esta
idea ya que eso implicaría que solo serían rectores o directores quienes ya lo
hubieran sido. La idea de la experiencia se va construyendo, pero más
importante que eso es el conocimiento ya que éste permite construir lo otro.
Cuando
hablo de conocimiento, para no excluir la parte práctica del mismo, me refiero
a ese conocimiento que surge de la experiencia de la que hablábamos en el
párrafo anterior, pero también del dominio (conocer) de los temas que atañen a
la una universidad, no solo en sí misma sino en el entorno en el que está
situada y por ende, con una visión estratégica de ambos.
Si
se trata solo de administrar una universidad el conocimiento es menos exigente
(ya que quien está al frente tiene muchas gentes que lo apoyan) que si hablamos
de realmente fungir como líder de procesos universitarios de transformación y
mejora institucional y por ende social. Esto último puede verse y valorarse en
cuanto a las ideas que se tengan para empujar a la universidad a que ésta no
solo mejore sino que responda a las expectativas que de ella tiene la sociedad
y que finalmente ésta última se sienta impactada, transformada, por la primera.
El
conocimiento, visto desde esta perspectiva, implica no solo el haber estado en
algunos puestos universitarios, sino en tener ideas claras de cómo pueden
mejorarse los procesos actuales, mejora que bien puede referirse a reforzar,
cambiar, transformar, muchas de las cosas que se hacen en una universidad.
Ahora
bien, dado el carácter de la universidad como líder de la sociedad, quien desee
estar el frente de ella no puede volverse en un simple repetidor de la
información (conocimiento) que ya existe, sino también ser capaz de desarrollar
nuevo conocimiento el cual, tomando como referente lo existente, proponga
nuevas formas del ser y el quehacer institucional.
Sin
duda alguna que el conocimiento es una variable de suma importancia a valorar
en quien desee estar el frente de una institución, variable que por sí sola no
define la idoneidad de quien tenga esa aspiración pero que al menos puede darnos
una tendencia de lo que puede esperarse de su administración.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
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