El
enfoque de competencias es un intento de nuestras instituciones de educación
superior por responder con relevancia, pertinencia y coherencia a las
necesidades de las comunidades en las que están insertas, éste enfoque, como
todo, es perfectible, siendo el siguiente paso natural el que de manera clara
se establezca no solo la competencia que se va a desarrollar sino en valor de
la misma en cuanto al referente personal que es el profesionista y en cuanto al
referente social que es la comunidad.
La
incursión del enfoque de competencias en la educación superior vino a abrir las
ventanas de los procesos formativos para permitir que entrara el aire de la
relevancia, de la pertinencia y de la coherencia. En algunos casos lo logró, en
otros aún está batallando con las reminiscencias de procesos anquilosados donde
sus más férreos defensores impiden el avance en este sentido.
Independientemente
de esto el desarrollo formativo no puede detenerse y, después de ya varios años
de tener el enfoque de competencias aplicándose, podemos identificar áreas de
oportunidad queriendo referirme, en este caso, a lo que considero es el
siguiente paso evolutivo en el mismo y que es la utilidad de la competencia a
desarrollar.
Si
tomamos como referente el fin del enfoque de competencias, es decir, el
desarrollar desempeños profesionales que sean susceptibles de medirse y
valorarse (desarrollar una competencia) podemos ver que en ese marco de referencia
cabe todo, no necesaria ni únicamente lo que sea de valor.
Por
ejemplo, en una ocasión me tocó ver (y criticar) una materia de contabilidad
básica donde a estas alturas del partido, como coloquialmente se dice, se les
enseñaba a cargar y abonar como hace 30 años se hacía con los libros diario y
mayor. Al final de la materia, en efecto, el alumno desarrollaba esa
competencia a la perfección, solo que esa competencia era ya inaplicable en el
mundo actual dada los sistemas de información existente.
Me
ha tocado participar en varios procesos para formar y conformar materias y en
todos los programas de curso que se crean viene la competencia a desarrollar
(amén de que también otros conceptos requeridos por este enfoque), pero lo que
nunca me ha tocado ver es la expresión clara, objetiva y concreta del valor que
tendrá en el mundo real, personal y profesional, esa competencia a desarrollar,
en otras palabras, la respuesta a ¿para qué va servir realmente esto?
El
enfoque de competencias toma, o al menos debería tomar, de referente al mundo
real, de ahí en su momento cuando he esbozado mi propuesta de construcción de
procesos formativos por competencias basados en mi modelo de
relevancia-coherencia-pertinencia, en ese sentido lo que se busca lograr debe tener
un valor de aplicabilidad claro en ese mundo real, de otra forma es una pérdida
de tiempo que se paga, sí, con los recursos de toda la sociedad, pero con algo
más valioso e incuantificable: el tiempo de vida del futuro profesionista.
El
siguiente paso en el proceso de mejora continua del proceso formativo basado en
competencias es la explicitación en los programas de curso del valor de cada
competencia a desarrollar donde de una manera clara, objetiva y concreta se
establezca para qué va a servir dicha competencia tanto para el desempeño del
futuro profesionista como para la sociedad en la que finalmente se insertará.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
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