Sin
duda alguna que el perfil que debe cumplir alguien que desee estar al frente de
una universidad es exigente, los conocimientos y la capacidad deben estar al
orden del día, pero estos conocimientos y esta capacidad pueden quedar en nada
si no existe esa congruencia entre lo que se piensa, se dice y se hace.
Antes
de pasar al punto del tema a tratar, la congruencia de quien pretenda liderar
una universidad, pensemos en cualquier profesionista de cualquier área del
desempeño humano, imaginemos alguien con conocimiento en el ser y quehacer de
su profesión y no solo conocimiento sino capacidad probada, ahora hagámonos una
pregunta: alguien así ¿tiene todos elementos para actuar solo bien o también
puede hacerlo mal?
Constantemente
vemos noticias de grandes fraudes, escándalos de corrupción, o noticias de
malos manejos de recursos, tanto en el ámbito comercial, industrial,
institucional e incluso gubernamental, y curiosamente las personas que en ello
se ven involucradas como responsables directos no necesariamente son ignorantes
o incapaces, al contrario, tienen tanto conocimiento y tanta capacidad en lo
que hacen que pueden, por lo mismo, ver las maneras de actuar de manera
indebida, en ocasiones son descubiertos pero en otras no o aunque lo sean hacen
tan bien las cosas malas que no hay manera de establecerles responsabilidad.
El
conocimiento y la capacidad que se tenga para hacer algo no es garantía de un
actuar íntegro sino que esto puede dilucidarse con la congruencia que en lo
personal cada individuo demuestre. ¿Congruencia entre qué?, pues con lo que
piensa, dice y hace. Es decir, una congruencia puesta a prueba entre
conocimientos, habilidades, actitudes y valores, y no solo puesta a prueba sino
mostrada y demostrada.
En
el caso de quien desea liderar una universidad sostengo que la congruencia es
el tercer elemento que uno puede, no: más bien debe, valorar, ¿por qué? pues
porque no es difícil detectar esos casos de incongruencia (que deberían hacer
nos pusiéramos alerta) cuando analizamos la trayectoria de quienes tienen esa
intención.
Gente
que cuando tuvo el poder nunca contravino a la autoridad aún y cuando ésta
obraba mal pero que cuando ya no lo tienen se erigen en próceres de la
legalidad, otros que estando arriba han pisoteado a los que están abajo pero ya
una vez abajo ellos se vuelven defensores de los derechos de todos, otros más
que nunca han hecho nada que vaya más allá de sí mismos pero que cuando quieren
ser líderes institucionales les sale lo comprometidos y otros más que sin tener
gran cosa que mostrar en cuanto a su valía como personas y como profesionistas
nos quieren hacer creer que son la mejor opción.
Repito:
no es tan difícil valorar esa congruencia que sostengo debe tener quien desee
estar al frente de una institución, falta simplemente preguntarle a quien esté
en esa postura cuáles son sus ideas sobre cuestiones como la transparencia, el
consenso, la inclusión, el compromiso,
la rendición de cuentas o la cordialidad, pedir nos den elementos
concretos de su quehacer en la vida institucional que avale sus dichos y luego
evaluar por nosotros mismos lo que nos dice, lo que nos muestra, con lo que
nosotros mismos vemos y sabemos.
Cada
quien puede establecer si en su fuero interno le es suficiente para tomar en
serio como alguien capaz de liderar una institución, solo el conocimiento y la
capacidad que quien desea eso ostente, desde mi muy personal punto de vista al
menos yo esperaría una congruencia más que probada en su desempeño como miembro
de esa institución que me diera garantía en la manera en que espero se conduzca
si llega a estar al frente.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este
artículo puede verse en video en https://youtu.be/aq376wT4rJg
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