viernes, 1 de junio de 2018

Una cosa son los recursos que las Universidades solicitan, otra muy distinta el uso de ellos



La buena administración, no mejor aún: la excelente administración de los recursos universitarios es algo que uno espera de nuestras instituciones de educación superior; éste punto, la administración de los recursos, es la segunda variable, después de la radicación de los recursos que les han sido presupuestados, que ellas y nosotros debemos cuidar, después de todo el dinero no se da en los árboles.

En su momento, por ejemplo en el artículo “Fondos y Autonomía van de la Mano”, he señalado la importancia de la radicación oportuna de los recursos que se les presupuesta a las universidades señalando esto como requisito para que la tan cacaraqueada autonomía sea algo real. Específicamente en su momento señalé que “el tema de los recursos que estando presupuestados para las universidades deben fluir hacia ellas, es complejo dado que involucra cuestiones legales, pero de la misma forma debe haber un mecanismo que obligue a los diferentes niveles de gobierno responsables de financiar la educación superior a entregar en tiempo y forma los presupuestos que se le han asignado a las universidades públicas autónomas de otra forma la concesión de la autonomía será algo propio del discurso más no de la realidad universitaria”. Así que en esto no creo haya duda de mi postura en cuanto a la necesidad de garantizarle a la universidad ese flujo incondicional en tiempo y forma de los recursos que le han sido asignados.

Pero la cuestión del flujo oportuno de los recursos asignados a las universidades solo es una parte de una ecuación de dos variables, la otra variable es el uso que se hace de ellos. Este comentario tiene relevancia pues en ocasiones pareciera que una madre de familia numerosa de una colonia popular sin mayores estudios que los básicos y a veces ni eso tiene mayor capacidad administrativa de los recursos con los que dispone que muchas de las autoridades universitarias.

Todos recordamos a finales de 2013 donde la Universidad Autónoma de Yucatán prácticamente se declaró en quiebra llegando incluso a anunciar al personal académico que no pagaría los sueldos completos, según su Rector Alfredo Dájer Abimheri esa situación era responsabilidad del gobierno federal ya que según él  la Federación no había cubierto en forma completa los incrementos salariales acordados para 2013. O el caso en ese mismo período de la renuncia del rector de la Universidad Autónoma de Zacatecas, Armando Silva Cháirez, debido a la quiebra financiera por la que atravesaba esa institución debido al adeudo con diferentes instituciones principalmente con el ISSSTE, así como al Servicio de Ahorro para el Retiro (SAR), a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y los pagos de prestaciones a los sindicatos universitarios que a la fecha sumaban más de 840 millones de pesos.

No voy a entrar en más detalles respecto de esta nota, pero si quiero compararla con el ejemplo inicial que planteé. Si un ama de casa humilde tiene apenas unos pesos se ajusta a ellos, si por X o Y situación esos recursos se ven disminuidos hace un nuevo ajuste, pero ¿qué pasa en muchas ocasiones en nuestras universidades?, pues nada, que parece que todos los gastos tienen la misma importancia y prioridad por lo que no se cancela ninguno ante situaciones adversas generando presiones innecesarias en los sistemas financieros universitarios que evidencian solo la nula capacidad administrativa de las universidades en turno.

Si el ama de casa tiene dinero de sobra contrata televisión por cable, compra electrodomésticos, pone internet inalámbrico, pero si de repente sus finanzas sufren un bajón comienza cancelando gastos, gastos que bien puede ser importantes, como éstos,  pero que están por debajo de los prioritarios. ¿Y una universidad?, ¿será igual de importante y prioritario, por ejemplo, el mantenimiento de albercas para practicar algún deporte que los sueldos de los administrativos?, ¿o tendrá el mismo peso eventos sociales (desayunos, cenas y demás) dados a X, Y o Z personas o grupos de personas que la nómina docente?, entonces ¿cómo es que una universidad no prioriza los gastos y ajusta ellos a los recursos con que dispone?

Repito la idea con la que abrí éste artículo: la obligación de las diferentes instancias de gobierno de radicar los recursos presupuestados a las universidades en tiempo y forma es algo que doy por hecho y que es exigible en todas sus formas, pero (como siempre el gran pero), vivimos en un mundo real, y en ese mundo real uno ajusta sus presupuestos priorizando el gasto a los recursos que en su momento realmente les sean radicados, de otra forma la universidad se vuelve un remedo administrativo sin ninguna autoridad moral para decirle a la sociedad como debe hacer las cosas.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en  https://youtu.be/qe6OU8hTzIA

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