La
buena administración, no mejor aún: la excelente administración de los recursos
universitarios es algo que uno espera de nuestras instituciones de educación superior;
éste punto, la administración de los recursos, es la segunda variable, después
de la radicación de los recursos que les han sido presupuestados, que ellas y
nosotros debemos cuidar, después de todo el dinero no se da en los árboles.
En
su momento, por ejemplo en el artículo “Fondos y Autonomía van de la Mano”, he
señalado la importancia de la radicación oportuna de los recursos que se les
presupuesta a las universidades señalando esto como requisito para que la tan
cacaraqueada autonomía sea algo real. Específicamente en su momento señalé que
“el tema de los recursos que estando presupuestados para las universidades
deben fluir hacia ellas, es complejo dado que involucra cuestiones legales,
pero de la misma forma debe haber un mecanismo que obligue a los diferentes
niveles de gobierno responsables de financiar la educación superior a entregar
en tiempo y forma los presupuestos que se le han asignado a las universidades
públicas autónomas de otra forma la concesión de la autonomía será algo propio
del discurso más no de la realidad universitaria”. Así que en esto no creo haya
duda de mi postura en cuanto a la necesidad de garantizarle a la universidad
ese flujo incondicional en tiempo y forma de los recursos que le han sido
asignados.
Pero
la cuestión del flujo oportuno de los recursos asignados a las universidades
solo es una parte de una ecuación de dos variables, la otra variable es el uso
que se hace de ellos. Este comentario tiene relevancia pues en ocasiones
pareciera que una madre de familia numerosa de una colonia popular sin mayores
estudios que los básicos y a veces ni eso tiene mayor capacidad administrativa
de los recursos con los que dispone que muchas de las autoridades
universitarias.
Todos
recordamos a finales de 2013 donde la Universidad Autónoma de Yucatán
prácticamente se declaró en quiebra llegando incluso a anunciar al personal
académico que no pagaría los sueldos completos, según su Rector Alfredo Dájer
Abimheri esa situación era responsabilidad del gobierno federal ya que según él la Federación no había cubierto en forma
completa los incrementos salariales acordados para 2013. O el caso en ese mismo
período de la renuncia del rector de la Universidad Autónoma de Zacatecas,
Armando Silva Cháirez, debido a la quiebra financiera por la que atravesaba esa
institución debido al adeudo con diferentes instituciones principalmente con el
ISSSTE, así como al Servicio de Ahorro para el Retiro (SAR), a la Secretaría de
Hacienda y Crédito Público (SHCP) y los pagos de prestaciones a los sindicatos
universitarios que a la fecha sumaban más de 840 millones de pesos.
No
voy a entrar en más detalles respecto de esta nota, pero si quiero compararla
con el ejemplo inicial que planteé. Si un ama de casa humilde tiene apenas unos
pesos se ajusta a ellos, si por X o Y situación esos recursos se ven
disminuidos hace un nuevo ajuste, pero ¿qué pasa en muchas ocasiones en
nuestras universidades?, pues nada, que parece que todos los gastos tienen la
misma importancia y prioridad por lo que no se cancela ninguno ante situaciones
adversas generando presiones innecesarias en los sistemas financieros
universitarios que evidencian solo la nula capacidad administrativa de las
universidades en turno.
Si
el ama de casa tiene dinero de sobra contrata televisión por cable, compra
electrodomésticos, pone internet inalámbrico, pero si de repente sus finanzas
sufren un bajón comienza cancelando gastos, gastos que bien puede ser
importantes, como éstos, pero que están
por debajo de los prioritarios. ¿Y una universidad?, ¿será igual de importante
y prioritario, por ejemplo, el mantenimiento de albercas para practicar algún
deporte que los sueldos de los administrativos?, ¿o tendrá el mismo peso
eventos sociales (desayunos, cenas y demás) dados a X, Y o Z personas o grupos
de personas que la nómina docente?, entonces ¿cómo es que una universidad no
prioriza los gastos y ajusta ellos a los recursos con que dispone?
Repito
la idea con la que abrí éste artículo: la obligación de las diferentes
instancias de gobierno de radicar los recursos presupuestados a las
universidades en tiempo y forma es algo que doy por hecho y que es exigible en
todas sus formas, pero (como siempre el gran pero), vivimos en un mundo real, y
en ese mundo real uno ajusta sus presupuestos priorizando el gasto a los
recursos que en su momento realmente les sean radicados, de otra forma la
universidad se vuelve un remedo administrativo sin ninguna autoridad moral para
decirle a la sociedad como debe hacer las cosas.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este
artículo puede verse en video en https://youtu.be/qe6OU8hTzIA
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