viernes, 25 de enero de 2019

Las tres vías para la generación y aplicación del conocimiento (1 de 3)



Sin duda alguna que si las universidades existen, sobre todo las universidades públicas, se debe a la existencia de una sociedad que en ellas ve la posibilidad de mejorar y mejorarse moviéndose decididamente hacia mejores estados de desarrollo, en este sentido es entendible la crítica que en ocasiones esa sociedad hace a sus universidades cuando esa expectativa no se cumple, pero de la misma forma podemos proponer las maneras en que en efecto las universidades sirvan a la sociedad.

En un foro académico en el que estuve presente, se comentaba el problema académico-social donde las instituciones de educación superior habían avanzado y bastante a lo que era la generación de conocimiento, es decir, hacia la investigación (labor por cierto sustantiva de la universidad), pero habían descuidado la parte relativa a la aplicación del conocimiento. Ese comentario me sirvió de punto de partida para hacer mis observaciones y proponer esquemas que permitan romper esa inercia que si bien es real no es irreversible.

Primero hay que señalar que el problema derivó en que precisamente los programas de estímulos creados en las universidades o en los sistemas de educación pasaron a darle peso a la formación (Programas de Estímulos al Desempeño) o a la investigación (Sistema Nacional de Investigadores) con lo que la parte relativa a la aplicación del conocimiento quedó rezagada, esto a pesar de que una de las funciones sustantivas de la universidades es la extensión de la ciencia y la cultura, lo cual implica aplicación del conocimiento.

Esta aplicación del conocimiento debe tener la característica de innovación para poder resolver los problemas, de ahí que no se trata de una mera réplica social del conocimiento ya que si esto no ha resuelto los problemas entonces es que se requieren de nuevas formas de pensar y de hacer.

En mi intervención comenté y propuse que hay dos formas para romper esa inercia y hacer que la acción docente con la sociedad se finque tanto en la generación como en la aplicación innovadora de conocimiento: una que parte de la aplicación y llega a la generación, otra que parte de la generación y llega a la aplicación, y otra que genera un flujo continuo entre ambas. Explico la primera.

La aplicación de conocimiento, sea este el que sea, lleva de una manera natural a la generación de nuevo conocimiento a través del seguimiento. Es así como algo que se implementa, si se le da seguimiento, pueden verse variables, correlaciones o problemas que justifican preguntas que harán necesarios procesos de investigación para responderlas.

Pero generalmente qué es lo que pasa, pues que algún integrante de la universidad tienen un proyecto con la sociedad  (a nivel persona, empresa, institución o comunidad), éste proyecto termina con la aplicación del conocimiento, pero no hay un seguimiento que busque plantearse nuevas formas de ser y hacer y que obliguen a la tarea del investigador.

Este modelo donde el seguimiento da la base para la investigación que se deriva de la aplicación del conocimiento es de hecho mucho más rico ya que parte de una realidad y de una necesidad personal, empresarial, institucional o comunitaria. Luego entonces cualquier proyecto de aplicación del conocimiento en la sociedad puede muy bien llevar una fase de seguimiento cuyo fin, curiosamente, sea el plantearse nuevas dudas, nuevas preguntas, nuevos retos que deriven en nuevas investigaciones, es decir, en procesos de generación de conocimiento.

La aplicación y generación de conocimiento, sobre todo de conocimiento innovador, siendo una de las actividades de toda universidad, puede verse dinamizada cuando a lo primero le sigue lo segundo, es decir, la aplicación genera un seguimiento que justifica posteriormente una investigación, de esa forma el equilibrio entre ambas facetas del campo del conocimiento se mantiene en beneficio de la comunidad.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/tFqwt1upZYk


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viernes, 18 de enero de 2019

El enfoque de competencias, ¿está peleado con el perfil investigador?



La dinámica de la sociedad ha llevado en muchas ocasiones a nuestras instituciones de educación superior a replantearse las maneras en que se aborda sus exigencias, sus demandas, sus necesidades. El enfoque de competencias es una de esta respuesta, una respuesta que por cierto no ha estado exenta de crítica, siendo una de esas críticas el carácter profesionalizante que muchos le confieren y que pareciera estar peleado con el perfil investigador que en ocasiones se requiere.

Las universidades tienen tres funciones sustantivas: formación, investigación y extensión de los beneficios de la ciencia y la cultura. En estas tres funciones sustantivas se supone existen procesos para habilitar a la gente para hacerla plena en cuanto a sus capacidades profesionales. En la actualidad el enfoque de competencias ha comenzado a ser utilizado en casi todas las universidades en mayor o menor medida, solo que en ocasiones esto es señalado como inaplicable cuando se trata de desarrollar el carácter investigador en los futuros profesionistas.

En una ocasión me tocó que un doctor reconocido en el área en que se desempeñaba, se quejaba por lo que el señalaba era un demérito en los procesos formativos ya que la aplicación del enfoque de competencias lo que hacía era tender más a la profesionalización (el uso el término tecnificación) que a la investigación e indicaba que en su caso veía como el proceso formativo que aplicaba perdería, más que ganar, con la aplicación de este modelo.

Platiqué un rato con él y le hice ver que los fundamentos iniciales del análisis no eran como se estaban planteando y que al contario, él podría ganar y mucho como investigador y formando investigadores con la aplicación de este modelo, pero hube de reconocer que en muchos casos las características del enfoque han confundido a quienes buscan aplicarlo llevándolos a creer que se trata ahora de procesos tendientes a la formación de técnicos más que de profesionistas y ni hablar de investigadores.

Resumo en lo siguiente lo que le señalé a este doctor. El enfoque de competencias no es profesionalizante, muchos menos tecnificante, sino que es un modelo cuyo quid estriba en que se enfoca en desempeños medibles, observables y verificables que evidencian la consecución de las competencias que se persigue desarrollar (competencias vistas como la conjunción de conocimientos, habilidades, actitudes y valores).

En este sentido un desempeño medible puede ser técnico, profesional e incluso de carácter de investigador. ¿O es que acaso un estudiante que se está formando en una materia o una carrera eminentemente investigativa no debe demostrar que sabe hacer bien lo que se espera de él? ¡Pues ese es el enfoque de competencias! Un modelo donde se busca desarrollar ciertas competencias y que para ello pueden diseñarse procesos formativos tan variados en sus alcances como en sus naturalezas, que sean necesarios.

Si alguien me dice que un buen investigador debe saber pensar, idear, abstraer, estructurar, correlacionar, etc., etc., etc., mi pregunta sería entonces ¿cómo sabrás cuando alguien ya haya desarrollado esa capacidad? La respuesta a ese “cómo” será la base del enfoque de competencia a aplicar para obtener el resultado formativo buscado, sea éste del nivel que sea, incluso de investigador.

El enfoque de competencia, como respuesta al “cómo” formativo de los profesionistas, no es algo perfecto, pero sí perfectible. De la misma forma y en este sentido, hay que tener claridad cuándo se aborda identificando los problemas que con él puedan tenerse para ver si son atribuibles al modelo o bien a la forma en que se está conceptualizando (y por ende operativizando) el mismo.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/R3IWO-Cv5Ic


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viernes, 11 de enero de 2019

Programas actualizados avejentados



No cabe duda que una de las labores más complicadas de todo proceso formativo, sobre todo a nivel superior, estriba precisamente en la generación de programas de curso cuyos contenidos sean actuales ya que de otra forma el tiempo dedicado a esos procesos formativos estarán rezagados respecto de la realidad, curiosamente en muchas universidades contamos con programas según esto actualizados que llevan años de atraso respecto de la realidad.

En una ocasión viendo una fecha en un programa de curso pregunté qué significaba eso. Mi interlocutor me explicó que los programas de curso cuentan con una fecha de generación (que es cuando se hace) y otra de revisión (que es cuando se revisa, si es que se revisa). Ahondando un poco más en esto se me informó que la universidad realiza más o menos cada cinco o seis años lo que se conoce como generación de nuevos planes de estudio. Simplemente me quedé mudo: ¡cinco o seis años para actualizar lo que se está enseñando es demasiado en un mundo como el que actualmente vivimos!

Hasta hace algunas décadas las universidades podían bien darse el lujo de prácticamente no cambiar ni sus planes de estudio, ni sus programas académicos, ni sus contenidos instruccionales ya que la información podía durar años y años y años sin cambiar. A raíz de la vorágine de cambios, del nuevo dinamismo de la vida, y de la exponencial generación de información, muchas adoptaron la “sana” práctica de revisar sus planes de estudio cada cierto tiempo para actualizarlos y con esto estar al día.

Pensemos en esto: para poder generar un contenido instruccional se requiere que la información (cualquier tipo de información) ya haya sido generada, aplicada, validada, lo cual lleva en la práctica cierto tiempo. Si a eso le aunamos que en muchas universidades esa revisión se da cada cuatro, cinco, seis años o más bien podemos tener la perspectiva de la enorme, tremenda, brecha que existirá en cuanto a la pertinencia de los planes y programas académico con relación a la realidad del mundo.

Cada quien haga el siguiente ejercicio: tome cualquier programa de curso y vea (si es que el mismo indica fechas de generación y/o revisión), el tiempo que ha transcurrido entre que se hizo o se actualizó y el momento actual y decida por sí mismo si considera que la información o más bien la formación que se le de, será pertinente.

La dinámica de la actualización institucional de planes y programas (meter a toda la universidad cada cierto tiempo en estos procesos), es algo no solo que ya está superado sino que resulta impráctico tanto para la vida institucional como para el requerimiento de planes y programas de estudio actualizados.

¿Entonces? Dejemos de pensar en los esquemas tradicionales donde la información cambia poco con el tiempo, donde puede esperar uno hasta generar un bloque de conocimiento que impacte realmente, o donde las necesidades de la sociedad no se modifican grandemente. En un ambiente dinámico como el actual y con la enorme responsabilidad que tienen las universidades ante quienes ven en ellas la formación requerida, los planes y programas de estudios deben estar constantemente actualizados, no actualizados cada cuatro, cinco o seis años.

Maneras de lograr lo anterior hay muchas, quienes tienen el referente de las necesidades reales del mundo lo saben (capacitadores, consultores y demás), pues bien, esa misma dinámica puede, perdón: debe llevarse a las universidades para que éstas puedan contar en todo momento con planes y programas de estudios relevantes, pertinentes y coherentes.

La responsabilidad de la universidad, hablando solo de su función sustantiva relativa a la formación, no termina en presentar esquemas de habilitación profesional sino esquemas actuales de habilitación profesional sustentados en la relevancia, la pertinencia y la coherencia, y para ello la dinámica de la permanente actualización de sus planes y programas de estudios es algo de vital importancia.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/pVQvr2TtRzE


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