viernes, 16 de diciembre de 2016

La ropa sucia, ¿se lava en casa?


Las tendencias sociales no solo nacionales sino mundiales, han ido obligando cada vez más a las entidades públicas, entendiendo por entidad pública toda aquella que recibe dineros públicos, a dar y poner a disposición de la sociedad cada vez mayor información para evaluar sus acciones y sus logros, esta tendencia de evidenciar tanto lo bueno como lo malo no le ha gustado a todos, la pregunta debería luego entonces ser ¿a quiénes y porque no les gusta se sepa lo que se hace en las entidades públicas?

En una ocasión escuche decir a una maestra universitaria (si es que alguien que piense así puede llamarse "maestra"), refiriéndose a las cuestiones incómodas que de su universidad salían a la luz, que la ropa sucia debía lavarse en casa. Tratando de hacerla ver lo erróneo de su razonamiento no hice más que ponerme en mal con ella quien tomaba de forma personal los argumentos que de manera institucional y social le daba. No seguí con eso pues no era mi intención cambiar su forma de pensar, pero si lo pongo a tu consideración, lector, para que veas si las universidades, aún y cuando reciben nuestros dineros, deben tratar sus asuntos a nuestras espaldas.

Universidad pública, ¿asuntos privados? La universidad es un ente público, una entidad que todos sostenemos y que nos debe rendir cuentas, no es una familia o una empresa privada que pueda alegar sus asuntos como de interés privado para así "lavar la ropa sucia en casa". Imagina que le das tu dinero a alguien para que ponga un negocio pero luego esta persona te niega la información, en realidad el negocio es tuyo, no de él y no tiene ningún derecho en negarte la información. Lo mismo, solo que agravado pues la universidad pública no es un negocio sino un ente que existe y subsiste de nuestro dinero, pero aún así hay universidades que perdiendo ese sentido público y social niegan la información a la que están obligados socializar.

Merece condena... ¿no quien hace mal, sino quien denuncia? Pero en cuestión  de asuntos "incómodos" hay una manera casi esquizofrénica de razonar cuando se molesta (así es: se molesta) cuando se hacen públicos los malos manejos en una universidad. Digo que ese razonamiento es casi esquizofrénico pues más bien debería (obvio en un mundo normal), encauzarse ese enojo contra los que actúan mal, no contra quienes los evidencian. Imagínate que denuncias un robo y la sociedad te criminaliza a ti por haber denunciado el robo, ¿no es enajenante esa manera de pensar? Pues en algunas ocasiones quien denuncia se vuelve el blanco de los ataques por haber hecho público un asunto "interno y privado" de la universidad.

La justicia se siembra... ¿con impunidad? Todos nos hemos enterado de grandes escándalos financieros, universitarios, gubernamentales e incluso religiosos donde se llego al extremo que ahora nos escandaliza precisamente por que las partes internas optaron por "no hacer olas" y cuidar más el prestigio de la institución que la búsqueda de la verdad y la justicia. El no generar escándalos, el "lavar la ropa sucia en casa", el cuidar las apariencias, ha destruido incluso vidas pues nada puede salir bien cuando la mentira, la impunidad y la injusticia son los caminos por los que se desea transitar.

Tiempo después entendí el actuar de aquella "maestra" universitaria (y pongo maestra entre comillas pues con esa forma de pensar está muy lejos de lo que realmente significa ser un maestro), entendí digo, pues me enteré que en su paso por las instancias de su universidad había cometido tal cantidad de "irregularidades" que no veía con buenos ojos que las cosas comenzaran a hacerse públicas, quien sabe si en una de esa hasta ella saliera a relucir.

La universidad es un ente público, solo por este hecho sus asuntos deben ser públicos, la denuncia de irregularidades no debe ser condenada sino reconocida, y quienes cometen malos actos deben ser castigados, mientras más ojos estén enfocados en la vida y quehacer universitario, podemos esperar que nuestras universidades se verán impelidas a conducirse con los más altos estándares profesionales y éticos en su actuar.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/e5nSzzewIr0

También puede descargarse gratis el poemario del mismo autor "Perfectos son tus caminos” -50 poemas en la línea del pensamiento cristiano-, desde www.rocefi.com.mx  (Menú “Libros” Sección “e-book gratis”)


viernes, 9 de diciembre de 2016

Funcionario Universitario de Confianza: ¿Cómplice, sometido o comprometido?


El término de confianza hace referencia a la seguridad o esperanza firme que alguien tiene de otro individuo o de una situación, en cuestión de desempeño como funcionario universitario se refiere a que hay una expectativa en cuanto a su actuar como tal, pero ante esto caben las preguntas: confianza ¿hacia quién?, ¿por qué? y sobre todo ¿para qué?

Recientemente todos conocimos el escándalo generado en una institución de educación superior relativo a cuestiones de corrupción, fraude y malversación, escándalo que derivo en el procesamiento de los implicados y que tuvo como consecuencia que el ex decano de la facultad de Medicina de la Universidad del País Vasco, Francisco Javier Goiriena, y la ex directora del Departamento de Estomatología, Montserrat Barranquero, fueran declarados culpables del delito de apropiación de fondos públicos de la universidad pública de Euskadi (ver noticia en http://bit.ly/QiJLYH)

Es obvio que si preguntamos si estas personas son dignas de confianza la respuesta mayoritaria sino es que unánime iría en el sentido de un rotundo no, no son personas dignas de confianza ya que al contrario, traicionaron ese sentir al disponer ilegalmente de recursos que no les correspondían, y tendrían razón, pero también es un hecho que al menos entre ellos dos existía la confianza necesaria para idear y ejecutar un plan pensado en beneficiarse de su actuar.

De lo anterior se desprende que la cuestión de confianza es relativa pues hasta los involucrados en actos irregulares se tienen confianza entre sí para poder realizar dichos actos. Luego entonces la cuestión no es tan fácil, sobre todo en el caso de los funcionarios universitarios.

Cuando pensamos en funcionarios universitarios de confianza y preguntamos confianza ¿hacia quién?, la respuesta tradicional es que se trata de confianza de su superior jerárquico, confianza en que su subalterno hará lo que le diga y colaborará con él, pero ¿y si ese superior es corrupto o fraudulento?

Para dilucidar un poco esto pensemos en lo siguiente: supongamos que alguien desea ir con un médico para que lo opere del corazón, no creo que exista una sola persona que dirá que tal o cual médico es de su confianza pues seguro está que el médico hará lo que él le diga, al contrario, uno hará lo que el médico diga y la confianza radica precisamente en su capacidad, experiencia y profesionalismo.

Luego entonces podemos ver que la confianza se basa en la esperanza de que alguien hará lo que esperamos que haga, ¿y en el caso del funcionario de confianza universitario? Ah, pues en este caso no es de confianza porque hará lo que su superior le diga, sino porque hará lo que se espera de él y eso está contenido de manera objetiva en las leyes y reglamentos inherentes a su actuar en la universidad.

Es así como el término “confianza” en un funcionario universitario se refiere a que todos, incluyendo su superior jerárquico, esperamos y creemos que se desempeñará de manera profesional, legal y ética en el desempeño de su función, así que la confianza que su superior deposita en él no va en el sentido de que colaborará ciegamente o hará sin discusión lo que se le ordene, sino que, al igual que en el ejemplo del médico que dimos, su actuar estará regido por los más altos estándares profesionales y éticos y apegados rigurosamente a la normatividad institucional.

En la actualidad es común encontrarse el error de apreciación de suponer que la confianza en funcionarios públicos universitarios es hacia su superior jerárquico y que ésta se refiere a esperar se someta o se sea cómplice de sus actuares, pero no es así, esa confianza la depositamos todos, no solo su superior, y se refiere a la competencia profesional, legal y ética que se espera del funcionario en el ejercicio de su puesto.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/dNnqr8aWdWg

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jueves, 1 de diciembre de 2016

Papel de la Universidad en la Triple Hélice


El papel de la universidad se ha visto enfrentado con una nueva realidad social, política, económica y educativa que ha obligado a replantear su tradicional papel como formadora de recurso humano a co-partícipe de la creación de riqueza en todas sus acepciones, en la medida que ésta tenga claro el nuevo papel que le ha tocado jugar es como, sin perder su esencia, contribuirá a crear una mejor sociedad.

Después de la vorágine de los 80´s y los 90´s, muchos conceptos y concepciones de los actores de la vida cotidiana sufrieron grandes adecuaciones, en el caso de la universidad comenzó a manejarse como referente un modelo llamado de la
Triple Hélice, como una manera de sacarla de su aislamiento y hacerla actor activo de los cambios sociales, políticos pero sobre todo económicos y productivos.

Contrariamente a lo que muchos creen, el modelo de la Triple Hélice no es reciente, en 1966 fue propuesto por Etzkowitz y Leydesdorff como descripción y funcionamiento ideal de un sistema en crecimiento. Este modelo fue aplicado a la relación Universidad-Empresa-Gobierno donde estos tres componentes son inestables, pues tienen intercambios dinámicos, y se van desarrollando en espiral.

En este orden de ideas, y aquí viene la parte medular del modelo señalado, el papel del gobierno sería crear el marco regulatorio así como las inversiones públicas necesarias que permitieran el desarrollo y crecimiento, de la misma forma, las empresas aportarían el capital privado necesario para sociabilizar la creación de oportunidades vía empleo y producción, por último, a la universidad le correspondía formar recursos humano capaz y competente, con las habilidades, conocimientos, actitudes y valores necesarios para responder a este entorno dinámico, de la misma forma coadyuvaría (pues es una de sus fortalezas) con la generación (investigación) y aplicación (desarrollo) del conocimiento.

Para fomentar el anterior modelo se propusieron esquemas de co-participación en proyectos conjuntos donde cada actor aportara lo que era su naturaleza y su fortaleza generando entre los tres una sinergia dinámica de crecimiento y desarrollo.

El problema (pues siempre hay un problema) es cuando alguno de los actores pierde la esencia de su propia naturaleza y pretende entrar en la esfera de acción de otro actor, ejemplo el caso de las universidades que creyendo ser gobierno o empresa (sin serlo) optaron por comenzar con inversiones públicas o privadas con la finalidad de darle velocidad a los proyectos, el resultado generalmente no fue el esperado.

La razón de lo anterior es sencilla: cada ente participante en la Triple Hélice debe dedicarse a lo que mejor sabe hacer, a lo que tiene incluso por obligación legal, normativa e incluso social el efectuar. Salvo la universidad privada que por la confluencia de capitales privados tiene un cariz entre negocio-universidad, la universidad pública no está para grandes inversiones públicas (sobre todo si éstas ni siquiera tienen que ver con su objeto como universidad) ni mucho menos para inversiones privadas donde busque darle un cariz lucrativo a su perfil.

La idea de la Triple Hélice no solo era dinamizar la relación entre los actores sociales y productivos sino también servir de filtro o control entre los tres, luego entonces un proyecto debía convencer a las tres partes (gobierno: carácter social, empresa: carácter productivo, universidad: carácter formativo y de investigación) para poder ser desarrollado. Cuando una universidad excluye a los otros dos actores no hay esos filtros de evaluación de la pertinencia de los proyectos con los que los mismos corren el riesgo de convertirse en inversiones improductivas, innecesarias e irresponsables (elefantes blancos, pues).

La universidad ya no está para un carácter pasivo de solo enseñar, sino que su nuevo papel es eminentemente activo en cuanto a la formación de recurso humano y la generación y aplicación innovadora del conocimiento, pero en esta dinámica debe también aprender a cooperar con los demás actores de la comunidad dejando para cada quien las acciones y responsabilidades propias de la naturaleza, marco regulatorio y función productiva/social que le corresponda.

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/UqVt0bFHUP4

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