viernes, 9 de marzo de 2018

Discurso cambiante



Las universidades como formadoras más de personas que de meramente profesionistas, deben enarbolar de una manera práctica y tangible los mejores valores que como sociedad podemos tener, uno de ellos es precisamente la congruencia entre lo que se piensa, se dice y se hace lo cual queda palpable cuando no se tienen discursos cambiantes.

Recuerdo en una ocasión que hablaba con un afín de una persona que desde el sindicato universitario de una institución de educación superior se candidateaba para puestos directivos, entre plática y plática mi interlocutor me comentó algo en lo que estuve en total desacuerdo y era que una vez que aquella persona llegase tendría que modificar su discurso y tal vez no conceder cosas que ahora solicitaba.

Si bien le hice saber mi desacuerdo, este maestro se sentía muy seguro de tener la razón, pero por más que le busco y le busco no veo por donde alguien cambiante en su discurso, en sus luchas, en sus ideales puede estar en lo correcto.

Pero curiosamente pareciera que esa es la tónica, es decir, la persona como tal se minimiza y el puesto es lo que importa, así, cuando uno señala que antes tal o cual persona decía o hacía esto o lo otro generalmente la respuesta incluso de los excompañeros de esa persona es que “ahora es funcionario”.

Con este comentario no quiero decir que nuevas responsabilidades no obliguen a adecuar acciones y discursos, pero ¿traicionar los mismos principios que uno dice tener y por los cuales uno lucha? Eso es en lo que no estoy de acuerdo.

Por ejemplo, en el caso de aquel que desde el sindicato buscaba un puesto universitario, primero el discurso era lo más que se pudiera obtener para los sindicalizados, ya una vez que fue funcionario el discurso era lo menos que pudiera dárseles (esto último en función de los recursos universitarios), ese es el discurso cambiante, falso, hueco, dos caras que uno no puede validar.

En este caso, en vez de esos dos extremos ¿por qué no una actitud responsable? Ni lo más que se pueda obtener ni lo menos que se pueda dar, sino lo justo. Lo justo en cuanto los recursos institucionales, lo justo en cuanto las necesidades de los trabajadores, lo justo en cuanto la productividad de los empleados. Buscar lo justo, en este caso, elimina esos extremos y presenta a ambas partes un justo medio.

¡Ah!, pero en ocasiones vende mas (popularechamente y populistamente hablando) el pedir lo más que se pueda dar o defender lo menos que se pueda dar, pero es meramente un circo engaña-bobos que deja a la gente sin nada, y no solo en sus bolsillos sino peor aún en su cabeza y en su corazón.

Si uno lucha desde cualquier trinchera por derechos laborales, por ciertos valores y creencias, por tal o cual cosa, lo más lógico (si es que en realidad se cree en eso por lo que se lucha) es que desde cualquier trinchera sea arriba o abajo continuará con la misma lucha, claro  a menos que uno sea un falso doble cara que solo busque sacar raja en beneficio propio de cada circunstancia y de esos no solo sobran sino ya estamos hartos.

La búsqueda de mejores estadios de desarrollo tanto individual como colectivo, meta implícita en las labores de todas las universidades, pasa por la integridad de las personas que la dirigen desde cualquier ámbito y esto se valida cuando su discurso, las cosas en las que cree y por las que lucha, es constante.

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/D_WvMWHnsSM

También puede descargarse gratis el libro  “…Si las hicieres -Un camino de vida de la mano de las otras bienaventuranzas” , desde www.rocefi.com.mx  (Menú “Libros” Sección “e-book gratis”)


No hay comentarios:

Publicar un comentario