viernes, 15 de abril de 2016

Transparencia y Legalidad Universitaria


La transparencia no es un acto de buena voluntad del funcionario sino una obligación mínima que debe mostrar durante su gestión ya que los recursos que administra no le pertenecen y su ejercicio debe soportar la prueba del escrutinio público para asegurar que su aplicación no responde a filias o fobias personales sino a un sentido de responsabilidad institucional.

Curiosamente el derecho a la información se estableció en nuestra Constitución desde el año 1977 al señalar en su artículo 6° escuetamente que “el derecho a la información será garantizado por el Estado", pero no fue sino hasta 2002 que se aprobó la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la lnformación como reglamentaria del artículo 6° constitucional. La idea de esto era (1) facilitar el acceso a la información por cualquier medio sin necesidad de requerir identificación ni acreditar interés alguno, (2) hacer sencillos los procedimientos y recursos de revisión, (3) pretende asegurar el cumplimiento de las resoluciones de los respectivos órganos, dar cierta homogeneidad a los órganos, (4) poner plazos razonables, y (5) homologación de los plazos de reserva.

Posteriormente a esta aprobación, las entidades federativas comenzaron a efectuar leyes y reglamentaciones en el mismo sentido: Sinaloa, Jalisco,
Michoacán, Aguascalientes y Querétaro en 2002; Durango, Coahuila, Nuevo León,
Colima, Guanajuato, Morelos, San Luis Potosí, Distrito Federal y Guanajuato en
2003; Nayarit, Zacatecas, Tamaulipas, Veracruz, Puebla, Tlaxcala, Yucatán,
Quintana Roo y el Estado de México en 2004; Chihuahua, Sonora, Baja California,
Baja California Sur, Guerrero y Campeche en 2005; Chiapas, Oaxaca, Hidalgo y
Tabasco en 2006.

Si bien ha sido realmente un logro el reglamentar este derecho ciudadano, aún queda mucho por hacer. A casi diez años de la reforma federal y más de un lustro de la incorporación legislativa por parte de los últimos estados, las exigencias siguen siendo las mismas: acceso correcto y oportuno.

Académicos y representantes de las agrupaciones civiles coinciden en que el derecho a la información gubernamental corre el riesgo de ser una simulación, pues la falta de sanciones ha permitido que gobernantes, dependencias y todo el sistema burocrático se invente modelos para la opacidad. Como menciona Ernesto Villanueva, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, “distintas entidades han sofisticado sus mecanismos de evasión’, y entre los más comunes está la de clasificar información como "reservada". Simplemente en 2008 sólo cinco de las 32 entidades federativas aprobaron el Subíndice de Transparencia y
Rendición de Cuentas de la Confederación Patronal de la República Mexicana
(Coparmex).

¿Por qué se da esta opacidad? Porque así conviene a quienes siguen buscando el manejo discrecional de los recursos públicos. Después de todo la transparencia es la prueba de fuego para el desempeño de cualquier funcionario, ya que se sustenta en la exigencia de la sociedad para conocer los manejos financieros y económicos que de los recursos públicos hacen los funcionarios así como los resultados obtenidos de dicha aplicación.

Pero bueno, eso es en el ámbito gubernamental, es de suponer que las instituciones educativas son ejemplo de transparencia y rendición de cuentas.

Desafortunada y tristemente no es así: Según el Índice de Transparencia y Acceso a la Información de las Universidades Públicas en México 2009" que elaboró la empresa consultora aregional.com, el promedio de calificación en materia de acceso, disponibilidad y calidad de la información pública en estas instituciones es de 68.5, de un rango del 0 al 100.

El título de la presente colaboración es precisamente “Transparencia y Legalidad”, ¿o es al revés?, ya que la primera es consecuencia de la segunda y al mismo tiempo la segunda es consecuencia de la primera. Dicho de otra forma, la transparencia efectiva obliga a un actuar legal o como me gusta decir “mientras más ojos están viendo, menos margen para la discrecionalidad hay’, pero al mismo tiempo el actuar legal permite que se dé la transparencia efectiva, o dicho de manera coloquial “el que nada debe, nada teme".

Las universidades deben ser ejemplo de lo que se busca crear en la Sociedad, una universidad no puede pretender construir una mejor sociedad a través de la formación de sus integrantes si ella misma es incapaz de vivir valores como justicia, legalidad, orden, respeto, y, en este caso, transparencia.

Obvio que esto obliga a un comportamiento impecable en el ejercicio de sus funciones para transparentar al máximo el uso de recursos y la obtención de resultados. Y por transparentar al máximo es ir hasta el límite superior que la misma norma establece, no al límite inferior. Por ejemplo, si ante la difusión de una información la norma permite difundirla o no, es de pensarse y cuestionarse el que los funcionarios opten mejor por no difundirla. Reitero: máxima difusión obliga a desempeño impecable.

Generalmente a quienes señalamos de manera crítica mejores formas de hacerlas cosas se nos contesta con el estribillo de que “no es lo mismo ver los toros desde la barrera que bajar al ruedo", es decir, que no se vale estar diciendo como hacer mejor las cosas cuando uno nunca ha estado en esa posición. En mi caso he tenido la oportunidad de desempeñarme como funcionario público en el sector académico y llevar al máximo superior el principio de transparencia, vayan cuatro ejemplos: (1) Información Financiera. Cada mes durante todo el periodo que se estuvo como Director Académico se envió a los Departamentos Académicos y se publicó en la página de la Dirección el estado financiero; (2) Avance Presupuestal
Proyectos Autofinanciables. Por primera vez, como funcionario se aplicó la política de hacer públicos los resultados de proyectos autofinanciables como Congresos y Programas de Certificación para posteriormente decidir entre los Departamentos
Académicos participantes la aplicación de los remanentes; (3) Sesiones públicas abiertas de Comisiones Académicas. En la primera reunión de la Comisión
Académica en que se participó siendo Director Académico se logró por primera vez en la historia de esta Comisión abrir la misma para que sus sesiones fueran públicas y abiertas, lo cual se mantuvo mientras se permaneció como miembro de la misma; y (4) Plazas Académicas. En los dos procesos de plazas académicas que tocó liderar como Director Académico los perfiles fueron elaborados por los Departamentos Académicos y publicados en la página de la Dirección. De la misma forma una vez concluido el proceso se envió y publicó una relatoría de los procesos donde se adicionaron por primera vez en la historia institucional elementos para hacer dichos procesos más objetivo, justo y equitativo tales como el que el sínodo fue compuesto al azar entre los integrante del departamento, que los temas fueron de la misma forma entregados al azar a los convocantes en igualdad de condiciones o el de que el resto de los integrantes del Departamento que no participaba como sínodo podía fungir si así lo deseaba como observador en los exámenes académicos a los concursantes.

¡Ojos, ojos, ojos! Se necesitan muchos ojos que estén viendo y evaluando el actuar de los funcionarios, y en ese sentido estén exigiendo la información a la que como ciudadanos tenemos derechos. Después de todo, ¿por qué permitir que se nos corra una cortina sobre la transparencia utilizando bases legaloides?, al contrario, salvo que la información sea personal o realmente afecte proyectos de las instituciones, esta no debe reservarse solo porque “no es conveniente", ya que generalmente esa conveniencia apunta a lo que es conveniente para el funcionario que no ha estado a la altura de su responsabilidad y busca la manera de ocultar su incapacidad o complicidad.

En pocas palabras, en la vida universitaria nunca serán las palabras las que motiven grandes cambios sino los hechos y las acciones que coherentes con los valores sean emprendidas. Como comencé diciendo al principio, la transparencia no es un acto de buena voluntad del funcionario sino una obligación mínima que debe mostrar durante su gestión. El funcionario está obligado a transparentar la aplicación de los recursos y los resultados de su gestión, por lo tanto debe buscar las formas hacerlo más allá de lo que está obligado, lo cual es garantía de justicia y legalidad.

Los funcionarios públicos de nuestras universidades no deben sentirse amenazados por el derecho a la información que cada ciudadano tiene, al contrario, deben ver eso como una oportunidad de desempeñarse ética, legal y públicamente de manera excepcional acorde a la responsabilidad adquirida.

En la medida que ellos sean capaces de responder con creces a la confianza que la comunidad les deposita y que nosotros ejerzamos el derecho de fiscalizar y evaluar su desempeño podemos estar seguros que entre todos construiremos una sociedad cada vez más justa, honesta, legal, democrática y transparente.



Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/dusPtg0K6xQ


También puede descargarse gratis el e-book completo del mismo autor "Cono-ciencia” desde www.rocefi.com.mx  (Menú “Libros” Sección “e-book gratis”

No hay comentarios:

Publicar un comentario