viernes, 13 de mayo de 2016

Educación basada en competencias I: Una aproximación conceptual


El mundo ha entrado rápidamente en la globalización y la era de la información, esto se ha caracterizado por una verdadera revolución en el uso de la información como fuente de desarrollo.

Los procesos de producción, la organización del trabajo, la provisión de servicios y cada vez más actividades cruciales giran, para su exitosa ejecución, en tomo al manejo de información. Sin duda la mayoría de los que participan en la formación de los futuros profesionistas estarán de acuerdo en que se deben desarrollar en el alumno una serie de competencias laborales que lo lleven a realizar trabajos de gran capacidad, eficiencia y calidad, después de todo, una combinación adecuada de habilidades, conocimientos teóricos y capacidad de aprovechamiento de la tecnología proporciona más valor y mejores resultados al usuario. Alcanzar estas exigencias requiere de transformaciones no sólo en el orden material de los centros escolares, sino en la aplicación de estilos de dirección y el comportamiento profesional de los docentes que apunten a un mejoramiento efectivo de su desempeño profesional para enfrentar el reto por la calidad de la educación.

Es así como el desempeño profesional basado en la atención a las competencias laborales se convierte en una de las principales vías para el desarrollo profesional y humano de los docentes. En esta serie de tres capitulo abordaremos la educación basada en competencias desde tres perspectivas: una aproximación conceptual, la estructura del proceso, y el modelo RCP (Relevancia-Pertinencia-
Coherencia) cuyo autor es un servidor y que ha sido reconocido a nivel nacional.

Esta necesidad de modernizar y reformar el sistema de formación y capacitación surge, como señala la Organización Internacional del Trabajo, en primer lugar, porque se está dando un cambio muy importante en la economía mundial caracterizado por el tránsito desde una economía dominada por la oferta a una economía basada en la demanda; en segundo lugar, porque las transformaciones del mercado exigen a las empresas adoptar modelos de producción flexible que, a su vez, requieren esquemas de organización flexible y abierta que se basan en redes y equipos de trabajo, ya no en la concepción atomística y aislada del puesto de trabajo; y, en tercer lugar, por la constante transformación en el contenido de los puestos de trabajo donde el individuo debe ser capaz de incorporar y aportar, cada vez más, sus conocimientos al proceso de producción y de participar en el análisis y solución de los problemas que obstaculizan el aumento de la calidad y la productividad dentro de la empresa. Pero, ¿qué significa el término competencia?, ¿cómo se desarrolló?, ¿cuántas clases hay?, ¿cómo se construyen?, y ¿cómo se insertan en los procesos formativos?

Siguiendo con la Organización lnternacional del Trabajo, el concepto de competencia engloba no sólo las capacidades requeridas para el ejercicio de una actividad profesional, sino también un conjunto de comportamientos, facultad de análisis, toma de decisiones, transmisión de información, etc., considerados necesarios para el pleno desempeño de la ocupación. Si bien no existe una definición oficial de lo que competencia significa, si hay varios acercamientos que permiten dilucidar elementos comunes en todos ellos a manera de referencia.

Para la Organización lnternacional del Trabajo, competencia puede definirse como la construcción social de aprendizajes significativos y útiles para el desempeño productivo en una situación real de trabajo que se obtiene no sólo a través de la instrucción, sino también -y en gran medida- mediante el aprendizaje por experiencia en situaciones concretas de trabajo. Por su parte Andrew Gonczi y James Atnanasou la conciben como una compleja estructura de atributos necesarios para el desempeño de situaciones específicas, como una compleja combinación de atributos (conocimiento, actitudes, valores y habilidades) y las tareas que se tienen que desempeñar en determinadas situaciones. Mientras que para Boyatzis, competencia es la destreza para demostrar la secuencia de un sistema del comportamiento que funcionalmente está relacionado con el desempeño o con el resultado propuesto para alcanzar una meta, y debe demostrarse en algo observable, algo que una persona dentro del entorno social pueda observar y juzgar. Para nosotros se entenderá por competencia al desempeño eficiente de una actividad que genera un resultado susceptible de ser valorado.

Independientemente de las diferencias semánticas en su construcción, todas las definiciones incluyen los siguientes elementos: La existencia de un proceso mediante el cual se desarrollan los conocimientos, habilidades, actitudes y valores que generarán una competencia, la implicación en dicho proceso de actores participantes, principalmente, aunque no exclusivamente, el docente y el alumno, el reconocimiento del fin último de la creación de competencias como el de generar productos-resultados susceptibles de valorarse, y por ende, la existencia de parámetros de comparación que puedan establecer el grado de desarrollo y dominio de la competencia.

Padrón Herrera señala en su trabajo Reflexiones sobre la Educación basada en Competencias, que en los últimos años el tema sobre competencias como elemento dinamizador de las actividades que tratan de buscar la capacidad práctica, el saber y las actitudes necesarias para desenvolverse en el trabajo de una ocupación o grupo de ocupaciones en cualquier rama de la actividad económica, ha matizado un número cada vez más creciente de cambios en los sistemas de formación de trabajadores y la utilización de medios, métodos y formas de enseñanza dirigidas a que el aprendiz o trabajador adquiera la capacidad necesaria para el trabajo a través de la interacción de sus conocimientos, habilidades, actitudes y valores.

En Canadá, Estados Unidos de Norteamérica, Inglaterra y Australia, el desarrollo de competencias tiene antecedentes de varias décadas cuando éstas aparecen primeramente relacionadas con los procesos productivos en las empresas, particularmente en el campo tecnológico, en donde el desarrollo del conocimiento ha sido muy acelerado. Posteriormente se presenta la necesidad de capacitar de manera continua al personal, independientemente del título, diploma o experiencia laboral previos. Éste es el contexto en el que nacen las denominadas competencias laborales, concepto que presenta varias definiciones, entre las que sobresale la de IBERFOP-OEI, en el trabajo "Metodología para definir competencias", como la capacidad electiva para llevar a cabo exitosamente una actividad laboral plenamente identificada.

Reino Unido: Las mejoras introducidas, desde los primeros años de la década de los años ochentas, que fueron cristalizadas en reformas educativas hacia mediados de la década, tienden a los siguientes objetivos: (1) crear una fuerza laboral más competitiva en el ámbito internacional, (2) contar con una mano de obra más flexible, (3) dar crédito y apoyo práctico al concepto de formación continua, sin requisitos de ingreso y con métodos de capacitación más flexibles y accesibles, (4) pasar de un sistema de capacitación regido por la oferta a uno que refleje las necesidades del mercado laboral y responda a ellas, y (5) desarrollar un sistema de capacitación caracterizado por la eficiencia y la rentabilidad, que goce de una sólida reputación y del mismo nivel que la formación académica. Para lo cual fue creado el National Council for Vocational Qualifications (NCVQ) en 1986 con la finalidad de reformar el sistema de titulaciones profesionales que existía en
Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte.

Australia: Los primeros antecedentes se encuentran en un documento del Consejo
Australiano de Sindicatos (ACTU), que se pronunció en 1987 a favor de la reforma al sistema de certificación de ese país y, adicionalmente, solicitó llevar a cabo un mayor esfuerzo de capacitación en las empresas. Siguieron luego varios documentos gubernamentales donde se establecían los deseos de alentar la formación basada en la competencia como parte de un conjunto de reformas más amplias para mejorar la cantidad y calidad de la capacitación. En 1990 fue organizada una misión gubernamental que conoció e investigo diversas experiencias de capacitación en el extranjero y declaró en su informe que un enfoque de competencia para la educación y capacitación, basado en las normas dictadas por las empresas, ayudaría a abordar muchos de los problemas de la formación profesional. Posteriormente se publicaron los lineamientos para la implantación del sistema.

México El diagnóstico efectuado a la capacitación, aunado con la clara visión de los cambios que se registraban en el entorno a nivel de las relaciones económicas y en el mercado de trabajo, propició el diseño y formulación del proyecto de
Modernización de la Educación Tecnológica y la Capacitación. Para su ejecución el Gobierno de México instaló el Consejo de Normalización y Certificación de
Competencia Laboral, el 2 de Agosto de 1995. Tal como lo señala Agustín lbarra en “El Sistema Normalizado de Competencia Laboral", el Sistema Normalizado de
Certificación de Competencia Laboral fue propuesto con las siguientes características: (1) Enfocado en la demanda, basado en resultados e integrado por los mismos usuarios; (2) que posibilite en el mediano plazo una mayor coordinación institucional, así como una mayor permeabilidad entre centros de trabajo y oferta de capacitación, (3) que provea al mercado información veraz y oportuna sobre lo que los individuos saben hacer en el ámbito de trabajo y oriente la toma de decisiones de los agentes económicos, (4) que permita contar con programas flexibles, de mayor calidad y pertinentes con las necesidades de la población y de la planta productiva, (5) un sistema con mayor posibilidad de actualización y adaptación, (6) que conciba a la capacitación no como una actividad finita, de corta duración, sino como un proceso de largo plazo que abarque toda la vida productiva del individuo y facilite la acumulación de conocimientos, así como el desarrollo de competencia laboral que amplíe las oportunidades de superación y progreso personal y profesional de los trabajadores.

La educación basada en competencias hasta hace poco había quedado circunscrita a los niveles medios con un enfoque demasiado técnico, en la actualidad esta situación ha cambiado. La Asociación Nacional de  Universidades e Instituciones de Educación Superior, reconoce en su Programa Estratégico de Desarrollo de la Educación Superior, de 1999, que los nuevos requerimientos de formación y calificación para el trabajo empujará a un cambio en la forma de certificación de los conocimientos y habilidades donde el actual esquema de certificación a cargo de las instituciones educativas sería complementado por un esquema de certificación basado en competencias laborales, ya que se esperaba que para el 2010 no bastase el título o grado otorgado por una institución de educación superior sino que estuviera operando un sistema nacional de reconocimiento de la formación y habilitación científica y profesional muy ligado con los campos profesionales y con los sectores productivos de bienes y servicios.

Por último, hay que reconocer que la formación por competencias, inició en estas tres economías centrada en la creación de conocimientos, habilidades y destrezas para la vinculación a un empleo; ahora, además de haber pasado de un concepto inicialista a uno de formación continua, ha ampliado su significado y alcances hacia aspectos como el desarrollo tecnológico y el complejo mundo de las relaciones laborales. Ahora esta formación busca la generación de competencias en los trabajadores no la simple conjunción de habilidades, destrezas y conocimientos. Como señala Fernando Vargas Zúñiga, en “La formación por competencias: Instrumento para incrementar la empleabilidad", la configuración adquirida por las ocupaciones exige a los trabajadores un más amplio rango de capacidades que involucran no solo conocimientos y habilidades sino también la comprensión de lo que están haciendo. Paulatinamente se piden más competencias de contenido social asociadas a la comunicación, capacidad de diálogo, capacidad de negociación, pensamiento asertivo y facilidad para plantear
y resolver problemas.

Lo interesante de abordar una educación basada en competencias es saber identificar los elementos que componen la estructura del proceso y la manera de operativizar de manera práctica el mismo, estos temas los abordaremos en la siguiente segunda y tercera parte.



Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/yl3u22klN_A

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