viernes, 5 de agosto de 2016

Valores Docentes 3 de 6: Cordialidad


Hablando del valor del consenso, comentábamos en el artículo anterior que el consenso es la plataforma que garantiza la viabilidad de los acuerdos ya que incorpora la mayoría de las pensamientos y voluntades expresados a través de la conciliación de diferentes posturas tomando como referente el bien común. Al mismo tiempo es el termómetro que permite evaluar la capacidad de quienes están al frente de actuar no solo como autoridad sino como líderes de opinión. En ese sentido hay que tener muy en claro que el consenso solo puede darse entre diversas posturas legales, éticas y morales, no puede buscarse consenso entre posturas que violenten algunas de las normas anteriores pues se estaría no ante un consenso sino ante una claudicación personal y social. En esta ocasión hablaremos sobre el valor de la cordialidad.

La cordialidad impone una doble exigencia para cualquier autoridad pues implica no solo lograr los objetivos y metas establecidos sino hacerlo de la mejor manera. La consideración, la atención, la cortesía, la tolerancia y el respeto marcan y determinan una congruencia ética y moral en el actuar definiendo a quien los vive no solo como autoridad sino como persona en toda su extensión. Ahora bien, esta cordialidad no implica solapamiento o complicidad, el querer "llevar la fiesta en paz" nos ha llevado a niveles de corrupción donde se ha privilegiado más el ser una buena persona que una persona honesta y capaz. Cordialidad sí, pero no a costa de la justicia y la legalidad.

Consideración. La consideración, como parte de la cordialidad, implica la empatía necesaria para entender al otro. Es ese esfuerzo por comprender las circunstancias que llevan a un pensar o actuar diferente para que, a partir de ahí, buscar las coincidencias que permitan llegar a los consensos. Consideración no significa concesión, el otro puede no tener toda la razón, pero entendiendo sus razones podemos llegar a acuerdos de beneficio mutuo.

Atención. La atención es base de las relaciones y por ende de la comunicación, es más que una cortesía con el interlocutor: es una necesidad para llevar a cabo el intercambio de ideas. Ahora bien, la atención debe ser recíproca, el otro en su momento también debe atender nuestros argumentos, de otra forma estaremos en un trabajo infructuoso donde más bien el otro espera ser atendido con la finalidad de que sus pensamientos sean aceptados.

Cortesía. La cortesía es necesaria, sobre todo cuando estamos ante posturas divergentes, con la finalidad de conducir el intercambio de ideas por caminos que permitan el consenso. El no levantar la voz, el no criticar agrestemente, el no descalificar a priori, es necesario pues de otra forma la parte sensible de la persona se siente atacada y la reacción natural es la defensa. La cortesía no significa ceder y aceptar, puede uno señalar firme pero cortésmente su desacuerdo e incluso mostrar los argumentos y evidencias para ello.

Tolerancia. La tolerancia implica apertura mental ante las diferencias sociales que como personas presentamos. Aceptemos una realidad: somos diferentes, y no solo físicamente sino mental, emocional e incluso espiritualmente hablando. La base de la sociedad es precisamente esa tolerancia que nos permite a los diferentes, vivir como iguales: iguales en derechos, iguales en oportunidades, iguales en dignidad. Ahora bien, tolerancia no es sinónimo de claudicación ante lo incorrecto, al contrario, implica que somos capaces de establecer bases comunes mínimas para la relación y a partir de ahí las diferencias son dables e incluso deseables.

A veces uno tiene la idea que cordialidad es "llevar la fiesta en paz", no exigir, ni pelear, ni señalar, ni proponer. Esa actitud más que mediocre es indigna de una persona pues por naturaleza misma estamos hechos para buscar ser cada vez mejores no cada vez peores. Si algo está mal es una obligación social, legal, ética y moral señalarlo, con consideración, atención, cortesía y tolerancia pero también con firmeza, con carácter, con valor.

El docente debe ser capaz de expresar en su decir y en su actuar esa firmeza, ese carácter, ese valor, pero también esa consideración, atención, cortesía y tolerancia; y de la misma forma debe tratar de inculcar en sus alumnos el valor de la cordialidad considerando que el único camino para ello es el dialogo objetivo sobre hechos para llegar a conclusiones correctas aplicables a la generalidad.

Nuestra primera obligación de cordialidad es ante nosotros mismos y la sociedad y solo puede haber cordialidad en una sociedad legal, ética y moral. Parámetros de referencia, como los que hemos señalado, existen, también las diferencias en su interpretación y aplicación se dan, por ello, con base en argumentos y evidencias se vislumbra quien tiene razón tomando como referencia el bien común.

En el siguiente artículo hablaremos del valor de la inclusión.



Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/2obN0nRkaxU

También puede descargarse gratis el e-book completo del mismo autor "Cono-ciencia” desde www.rocefi.com.mx  (Menú “Libros” Sección “e-book gratis”

No hay comentarios:

Publicar un comentario