viernes, 10 de febrero de 2017

Líneas estratégicas de desarrollo de la educación superior (parte 1 de 8): calidad e innovación

La educación superior, al ser parte de la respuesta que busca la sociedad para avanzar, crecer y consolidarse, está inmersa en el epicentro de los retos sociales, económicos, culturales y políticos que enfrentan las comunidades. En México la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior  (ANUIES) ha aglutinado los diversos pensamientos de las universidades y plasmado sus postulados para avanzar de manera conjunta hacia una visión aglutinadora, en esta ocasión abordaremos lo relativo a la calidad y la innovación.

La ANUIES, en su obra La Educación Superior en el Siglo XXI -Líneas estratégicas de desarrollo-
(http://www.anuies.mx/servicios/d_estrategicos/documentos_estrategicos/21/sXXI.pdf), comenta en su primer postulado orientador que se refiere a Calidad e innovación que “la calidad deberá concebirse en forma dinámica, como un ideal que nunca se alcanza plenamente, pero que constituye un punto de referencia permanente que las IES perseguirán incesantemente en la realización de sus funciones de docencia, investigación y difusión. La capacidad de innovación incluirá importantes cambios en las formas de concebir el aprendizaje, en la utilización de métodos pedagógicos y tecnologías educativas y en la definición de los roles de los actores fundamentales de la educación superior: los profesores deberán ser mucho más facilitadores del aprendizaje y tutores; los directivos más académicos y profesionales; y los alumnos (cada vez más adultos en cursos de posgrado, educación continua y formación permanente) serán más activos y más responsables de su proceso formativo”.

Calidad e innovación, en otras palabras hacer las cosas bien y cada vez mejores. Un reto para nada minúsculo comparado con lo que exige, necesita y requiere la sociedad al respecto.

La calidad podemos definirla y entenderla de muchas maneras, en cuestión de educación superior un referente son los programas académicos acreditados, los profesores con perfil deseable y los cuerpos académicos consolidados (temas de los cuales ya hemos hablado con anterioridad), pero, el gran, importante y último pero es que finalmente todo se reduce a una cosa: que la educación recibida habilite a los futuros profesionistas para insertarse eficaz y eficientemente en el mercado laboral.

Si en una universidad se reúnen todos los requisitos de lo que se considera calidad en la educación pero ésta no es relevante, pertinente ni coherente, el egresado se enfrentará a la frustrante situación de no poder desempeñarse como tal y de haber desperdiciado su tiempo en lo que considero era una formación exitosa.

Quienes conocemos los procesos de acreditación sabemos que pueden obtenerse sin que necesariamente esto garantice la calidad, por ejemplo, pueden tenerse documentados todos los procesos educativos, pero si la información es totalmente impráctica de nada sirve. Lo mismo va para profesores con el perfil o cuerpos académicos que a pesar del nivel obtenido no reúnen el requisito final de la calidad que es el mencionado anteriormente. Así que finalmente volvemos a la premisa inicial de que la calidad, aunque genera efectos tangibles, es en sí intangible.

En cuanto a innovación, es interesante la manera en que los actores adquieren nuevos roles que en muchos casos rompen los esquemas tradicionales en los que se desempeñan y se relacionan. Solo es cuestión de ver esas nuevas exigencias en cuanto a roles para ver todo lo que implican, sobre todo en la gnosis de quienes participan en el proceso: profesores facilitadores,  directivos académicos y profesionales; y alumnos activos y responsables.

Es decir, la innovación es el camino, es apenas el medio, para lograr el cambio requerido; de la misma forma  el cambio de roles implica una co-responsabilidad entre todos los participantes y una alta congruencia entre lo que se dice y lo que se hace, pero más aún, entre lo que se ofrece: en el caso de los maestros ya no solo la capacidad de transmitir el conocimiento sino de facilitar la adquisición de competencias, en el caso de los directivos no solo la camaradería y entendimiento sino un elevado nivel de excelencia en su desempeño como tal, y en el caso del alumno el dinamismo proactivo para hacerse responsable de su formación y desarrollo profesional.

La calidad e innovación es parte de la respuesta de las instituciones de educación superior a los nuevos retos que enfrentan como parte de una sociedad cambiante y cada vez más exigente, pero no es toda la respuesta, hay otras, en la siguiente entrega abordaremos la cuestión del segundo postulado que se refiere a la congruencia con su naturaleza académica.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/Icnmyn8Vlvc

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