viernes, 26 de mayo de 2017

Funcionarios universitarios endógenos: la máxima expresión de la falta de capacidad


La administración de una universidad no es poca cosa, no solo hablamos de una entidad en la que convergen recursos humanos, materiales y financieros, sino de una institución cuyos alcances tienen que ver con la formación, la investigación y la extensión de la ciencia y la cultura y cuyos efectos la trascienden en el tiempo y en el espacio, en este sentido todos esperaríamos que quienes están al frente de ella fueran lo mejor de lo mejor tanto personal como profesionalmente hablando.

Cuando se va a adquirir un bien o un servicio, y está en posibilidad de elegir libremente de entre varios con el mismo precio, uno siempre se inclina por aquel que represente las mejores características o condiciones. Pero imaginemos una situación en la cual, aunque hubieran varios productos o servicios del mismo precio se nos obligara a escoger solo de entre un grupo de ellos sin posibilidad así de elegir de entre todos, realmente estaríamos en una situación bastante desventajosa, situación que desafortunadamente algunas universidades no solo enfrentan sino que incluso promueven.

En una ocasión, de visita por una universidad, me tocó ver una convocatoria para renovar ciertos cuadros directivos de alto nivel, lo que más me llamó la atención fue que de entre todos los requisitos (los cuales eran por demás lógicos, deseables e incluso exigibles) había uno referido a que fuese parte de la institución. Preguntando a quien me había invitado me argumentó a favor de que fueran los mismos miembros de la institución los que, en reconocimiento de sus trayectorias y capacidades, fueran promovidos a puestos directivos.

A mi pregunta de por qué no se abría ese proceso a la comunidad externa para que participara quien quisiera me argumentó aún más sobre las bondades (que por cierto no vi por ningún lado) de que fuera gente que conocía a la institución la que fuera promovida, amén de que no fuera justo que viniera gente de fuera cuando ahí dentro había recurso calificado y cualificado más que de sobra.

Como invitado no entré en polémica, pero el argumento esgrimido no era convincente e incluso ni siquiera creíble: Si la gente interna en efecto estaba tan calificada y cualificada como se me argumentaba, no había justificación entonces para que no pudiera competir con gente incluso de fuera de la institución.

Pero vayamos más allá en este pensamiento. Supongamos que uno se va a someter a una operación de riesgo, digamos del corazón, si pudiéramos escoger (es decir, si tuviéramos la capacidad financiera para pagar por el servicio que quisiéramos) ¿no elegiríamos al mejor médico que estuviera calificado para ello? Ahora imaginemos que nos dan a escoger, no de entre los mejores médicos, sino de un grupo que por X, Y o Z es del cual podemos elegir, realmente sería una situación bastante incomprensible, entonces ¿por qué temer a la competencia y privar a una universidad de que realmente quienes están al frente de procesos claves sean lo mejor de lo mejor?

Ahora bien, para estar seguros de que son lo mejor de lo mejor la premisa básica es que la competencia sea abierta y los candidatos medidos, si: en igualdad de condiciones, pero también con altos estándares para que solo llegue quien debe llegar. De nuevo veamos el punto: una universidad puede (énfasis en puede) elegir, tiene los recursos (el sueldo asignado para tal o cual puesto),  entonces ¿por qué limitar esa elección solo “a lo que está dentro”? ¿Cuál sería realmente un argumento de peso para impedirle a la universidad elegir de entre todas las opciones (internas y externas) a las que tiene acceso, lo mejor? Pensar “solo aquí, para ver si alguna vez me toca” es una manera individualista, egoísta y limitada de ver las cosas, pensar “que esté el mejor, venga de donde venga” es una forma institucional, generosa y trascedente de abordar el asunto.

Cualquier argumento en pro de la restricción en procesos de selección de funcionarios como los que hemos abordado en el presente artículo es salvable, creo que es más lo que se gana con la competencia franca y abierta que lo que se pone en riesgo (si es que realmente hay algo que se ponga en riesgo), y, sobre todo en las universidades públicas, creo que la sociedad merece que al frente de los procesos claves de la institución que es sufragada con sus recursos y que tiene en sus manos la formación de los futuros profesionistas esté lo mejor de lo mejor.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/qDcSdKsxBhs

También puede descargarse gratis el poemario del mismo autor "Perfectos son tus caminos” -50 poemas en la línea del pensamiento cristiano-, desde www.rocefi.com.mx  (Menú “Libros” Sección “e-book gratis”)

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